El Banco Central Europeo defraudó al mercado una vez más dada su decisión de subir los tipos de interés un 0,25% en julio, dejando el alza de septiembre en manos de los datos macroeconómicos, y por la finalización del programa de compra de activos (QE). Es cierto que no era la comunicación más sencilla para la entidad, puesto que parte del mercado descontaba unas medidas más hawkish como un alza del coste del dinero de 50 puntos básicos y la no reinversión de los cupones y los nominales de la deuda de su balance que vencen. A su vez, al otro lado de la balanza, había una corriente que solicitaba un instrumento específico para evitar la fragmentación de la zona euro y preservar la deuda de países periféricos como Italia o España, los cuales han visto cómo sus primas de riesgo alcanzan los 230 y los 130 pb respectivamente.
El otro foco de la semana estuvo en los datos de inflación americanos que se publicaron el viernes y que fueron mixtos. Por un lado, el índice de precios del consumidor (IPC) superó las expectativas (8,6% vs. 8,3%) dada la fortaleza del coste de la energía y de los alimentos, lo que dejó entrever que el pico aún no se ha visto. Por otro lado, la subyacente sí que tocó el máximo en marzo y desde entonces se ha ido aliviando ligeramente, habiendo pasado del 6,5% hasta el 6% actual. Sin embargo, esto está mermando la capacidad de gasto y el sentimiento de los estadounidenses, como demostró el dato de la Universidad de Michigan (50,2%) el cual es el más bajo de la serie.
Los dos factores mencionados anteriormente fueron los grandes catalizadores que sirven para explicar qué pasó en los mercados financieros durante la semana pasada. En el caso de la renta variable, los índices bursátiles apenas se movieron en un rango muy estrecho de apenas 50 puntos (en el caso del S&P 500) durante los primeros días, para cerrar el período con bajadas considerables fruto del sentimiento pesimista que invade a los inversores y, de este modo, borrar casi la totalidad de las ganancias de las dos semanas precedentes. Por el lado de deuda pública, las primas de riesgo de los países periféricos continuaron abriéndose y las curvan gubernamentales se aplanaron dado una mayor alza de los rendimientos en los tramos más cortos. De hecho, en el caso americano, la diferencia entre la rentabilidad del bono a dos años y a diez se sitúa en apenas tres puntos básicos. Finalmente, la deuda corporativa continuó viendo cómo los diferenciales de crédito se ampliaron y se situaron en los 520 pb.
Finalmente, durante esta semana tendremos citas de cierto calado que influirán en el devenir de los mercados, puesto que de la reunión del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) de la Reserva Federal (Fed), cuya conclusión tendrá lugar el miércoles por la tarde, y la del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra (BoE), que se celebrará el jueves, se prevé que se confirmen más alzas de tipos de interés. Además, mañana martes se publicará el índice ZEW de Alemania y el índice de precios del productor (IPP) en EE. UU. El miércoles se publicarán las ventas minoristas de dicha región y el viernes verá la luz producción industrial americana.
Feliz lunes.