Es la primera vez en muchos años que vivimos un crecimiento global sincronizado, los beneficios de las compañías del cuarto trimestre están creciendo a doble dígito y los activos refugio no se están comportando como tal.
Así que nos quedamos con más preguntas que respuestas y esperemos que más de uno con la lección aprendida: la volatilidad es parte intrínseca (y muy necesaria) de los mercados.
Estos momentos de pánico irracional, que se repiten con relativa frecuencia, pueden tener su origen en los errores que se viene cometiendo a la hora de componer las carteras. Nos referimos al exceso de complacencia que han provocado las políticas monetarias de la última década, las cuales han obligado a los inversores a desplazarse más allá de sus límites de riesgo. Y claro, cuando toca sacudida, a vender porque yo no debería estar perdiendo.
Estamos viviendo unos días de volatilidad cuyo origen se encuentra en las expectativas de presiones inflacionistas crecientes, para lo que hay de todo. En EEUU cada día se da más por seguro que la Fed cumplirá con los pronósticos y los tres incrementos de tipos previstos. Y ya empieza a haber quién dice que alguno más. También en el Reino Unido vamos a tener que ir haciéndonos a la idea de que la siguiente subida está más próxima que lejana, según lo dicho ayer mismo por el gobernador del Banco de Inglaterra. El pero llega en Europa, donde ya sean palomas o halcones, todos en el seno del BCE coinciden en que la inflación no es una amenaza inminente, que no quiere esto decir que haya consenso sobre si el QE debe vivir o morir.
Hasta el precio del petróleo está sufriendo en este entorno en que todos los activos caen, sean lo que sean. Pero como aquí tampoco han cambiado los fundamentales, porque la oferta y la demanda de una materia prima no varía por tres sesiones de caídas de bolsa, habrá que fijarse en la revalorización del dólar para compenderlo. O quizás es que la locura por comprar riesgo también ha alcanzado a un incomprendido como es el Brent.
Fuera de mercado, lo más destacado es la aprobación definitiva de financiación para el aparato federal en EE.UU., muy repetida estos días. Sin embargo, esto puede no tener el mismo impacto que las críticas, tanto internas como externas, que se están vertiendo sobre el pacto de gobierno en Alemania, principalmente por lo que respecta a qué va a ser de las finanzas.
Buen fin de semana.