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11/10/2022 AUTOR: Virginia Pérez Palomino Análisis & Inversiones

Momento de oportunidades

Hay que doblegar la inflación. Ese es el explícito mensaje que presidentes de los bancos centrales, como Powell de la Reserva Federal americana, nos han dejado claro con sus palabras y con su actuación. El Banco Central Europeo va a remolque, pero está en el buen camino, aunque otros le hayan tomado la delantera.

 

Sin duda, las subidas de tipos de interés son dolorosas para las familias y las empresas al aumentar el coste del dinero, pero no abordarlas podría comprometer aún más nuestro futuro.

 

Qué difícil y qué importante mantener el equilibro entre subir el coste del dinero y el riesgo que esto supone como freno para el crecimiento.

 

Me preguntan: ¿hasta dónde pueden subir los tipos de interés? No puedo darles una respuesta concreta, pero sí pensamos que la mayor parte del trabajo está ya hecho. Tampoco tenemos una contestación sobre cuánto puede llegar a subir la inflación o, mejor dicho, si ya hemos visto los niveles máximos. No sabemos cuánto pueden tardar los bancos centrales en someterla, menos aún teniendo en cuenta el complejo escenario geopolítico en el que vivimos con el añadido de unos Estados europeos que están lanzando enormes programas de gasto, que suponen más riesgo de inflación. Veamos por partes qué nos puede generar dudas sobre si hemos alcanzado el pico en la inflación y finalmente, qué razones nos llevan a pensar que podríamos haberlo alcanzado.


 

¿Qué puede hacernos dudar sobre si hemos visto el pico de inflación? Lo que los economistas dan en llamar efectos de segunda ronda, que son los efectos inflacionarios derivados de una inflación original o de primera ronda. Los consumidores estamos viendo cómo los altos precios energéticos se cuelan en nuestra vida, nos cuesta más llenar el depósito de gasolina, coger un vuelo o poner la calefacción y también se filtran en todos los productos de los estantes de las tiendas. El salario se nos queda corto y buscamos compensar esta pérdida de poder de compra reclamando salarios más altos y salarios más altos podrían presionar de nuevo los precios al alza. Si los efectos de segunda ronda se suceden de forma recurrente, finalmente se provoca lo que se denomina una espiral inflacionista.

 

Sin embargo, pensamos que los riesgos de una espiral sostenida de precios y salarios es limitada. Digamos que este es más bien un fenómeno raro. Si estudiamos episodios históricos similares durante los últimos cincuenta años, en promedio, no fueron seguidos por espirales de salarios y precios. Me dirán que la inflación en algunas economías está aumentando al ritmo más rápido en cuatro décadas, pero también los bancos centrales están endureciendo agresivamente sus políticas monetarias, desde los 80 no veíamos algo parecido.

Déjenme que les dé más datos que nos animan a pensar que la trayectoria de la inflación puede ser descendente. En general, las materias primas están dando señales de caída en sus precios y en otros casos, al menos, de estabilización, como ocurre con las agrícolas. Las industriales, por ejemplo, aluminio, cobre, acero o mineral de hierro están en mínimos de este año y de hace un año. La presión sobre las cadenas de suministro es cada vez menor y el precio en el transporte de mercancías también se ha moderado y se encuentra a niveles de 2019. Estamos viendo cómo los precios de producción se van reduciendo.

Reunión con Tressis
No cambiamos nuestro escenario base sobre el contexto macroeconómico: bajo crecimiento económico con una Europa más débil afectada directamente por la guerra en Ucrania y una elevada inflación que va a costar que remita, y que supone una pérdida de poder adquisitivo para los consumidores y provoca cierta erosión en los márgenes de las compañías, pero en la que probablemente hayamos visto máximos. Esperamos que los bancos centrales mantengan su hoja de ruta de subida de tipos en las reuniones que les quedan hasta final de año; salirse del itinerario podría poner en tela de juicio su credibilidad. EE. UU. marcará el ritmo: las posibles pausas para poder apreciar los efectos de la primera serie de subidas de tipos y por supuesto el final de estas. La carrera por las elecciones de mitad de mandato en EE. UU. y, en términos de geopolítica, la guerra en Ucrania seguirán siendo fuente de incertidumbre y volatilidad. Así que no abandone su actitud prudente.

 

Ahora bien, tengamos en cuenta que las fuertes caídas que acumulan las bolsas este año incorporan un escenario muy negativo y que estas funcionan como un indicador adelantado de la economía de unos seis meses. Es en estos momentos de elevado pesimismo inversor, correcciones significativas y generalizadas en todos los índices y unas valoraciones que se han moderado, hasta situarse por debajo de medias históricas, en los que surge la oportunidad.

 

Desde una visión global y con una perspectiva de medio y largo plazo es un buen momento para comprar compañías de calidad, a precios más que razonables. Empresas que han incrementado su inversión en innovación que les permite ahorrar coste, o sustituir productos, materiales o servicios menos afectados por la subida de los precios. Por eso, seguimos recomendando compañías que sean capaces de poner en marcha estos planes y también por eso la digitalización y la tecnología siguen muy presentes en nuestras carteras entre otros sectores como especialidades médicas, eficiencia energética o redes 5G.

 

Técnicamente, desde nuestro punto de vista, deberíamos esperar una consolidación lateral de las bolsas durante unos meses entre los mínimos recientes, que coinciden con los de junio, y los máximos de agosto antes de pensar en una reconstrucción alcista.

Finalmente, si me permite un consejo: sea fiel a su perfil de riesgo, no trate de perseguir al mercado, revise si tiene perfectamente definidos sus objetivos de corto, medio y largo plazo y sea paciente.

 

Virginia Pérez Palomino
Directora de Inversiones

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