Habrán visto ustedes que, en las películas de mafiosos, siempre que hay que “solucionar” un “problema” se dice eso de: “… pero hazlo discretamente”. Pues yo apostaría a que ha habido una escena parecida en alguna de las reuniones de alto nivel de los líderes europeos. España es demasiado grande para ser rescatada a plena luz del día. Así que había que hacerlo “discretamente”. Pero no es una mala noticia. Más bien todo lo contario. Si funciona, claro.
Para empezar, lo obvio, pero que no debe pasarse por alto por su importancia: en un país en el que lo que más hay son bares y bancos, que haya un rescate oficial de la banca es como rescatar un altísimo porcentaje del PIB, teniendo en cuenta, además, que los bancos no son sólo los bancos, sino que también representan como acreedores, y en algunos casos como accionistas, al otro sector de referencia de la economía española: el ladrillo. Al haber estado basado el modelo de negocio español en el Monopoly, la banca y sus casitas verdes y rojas ocupan una parte importante del tablero. Y ahí no había solución “discreta” posible. El FROB se hizo discretamente. Tan discretamente que no sirvió para nada, o incluso empeoró el problema, como predije hace tiempo en “La solución de las cajas, de espectáculo inmoral a surrealista” (16/04/2011).
Nada como la amenaza de intervención masiva de un banco central para que no sea necesario hacerla y obtener los mismos resultados. La verdad es que al señor Draghi le deben tener respeto, porque su amenaza fue más bien “light” y sus primeros disparos están siendo con pelotas de goma: compras nada masivas y en un tramo de la curva que no es el de referencia para la prima de riesgo. Pero está funcionando. Para ponerse cortos en deuda española o italiana ahora hace falta cierto valor. Y estas cosas se retroalimentan, para bien igual que para mal. En este caso para bien: una bajada de casi 250 puntos básicos (2,5%) en la rentabilidad del bono a diez años, que implica una fuerte subida del precio del bono -pues son magnitudes que se mueven de forma inversamente proporcional-, produce pérdidas muy dolorosas en los que estaban “cortos” en el bono español, es decir, los que apostaban porque seguiría bajando de precio. Y claro, como la prima de riesgo se define como el diferencial del bono español a diez años con el alemán a mismo vencimiento, ya saben cuál es el feliz resultado: baja la prima de riesgo.
3) El rescate, por la puerta de atrás
Si todo lo anterior sigue funcionando o incluso se potencia -como, por ejemplo, el señor Dragui dando caña el viernes diciendo que hará “…todo lo que sea necesario” y ese tipo de cosas que tanto gustan a los mercados-, la prima de riesgo seguirá bajando, aunque no esperemos tampoco maravillas, y ¡bingo! el Estado empieza a tener que pagar menos en las subastas de deuda y obtiene el dinero que pide sin demasiada dificultad. El mismo resultado que con un rescate “oficial”: financiación suficiente a tipos de interés razonables.
Y la prueba del algodón de que esto es un rescate como un piano, aunque no sea oficial, es que la contrapartida es la misma: reformas y control presupuestario. En otras palabras, todo lo anterior se hace a cambio de poner en práctica más o menos las mismas reformas que se han pedido a los países con rescates oficiales, solo que son algo más “light” -España no es Grecia- y se juega como a que se van negociando duramente y una a una. Pero al final tenemos el mismo paquete de exigencias que en un país rescatado. Es más, el señor Draghi lo dice explícitamente: yo avalo, sí, pero ustedes dan garantías, es decir, supervisión bancaria del BCE para que no se vuelva a repetir lo que ha ocurrido en el sector financiero español -ya era hora-, control presupuestario similar -están en ello- y, a cambio, rescate discreto. “So far, so good”.
Es una buena noticia. Han hecho falta muchas tardes y mucho dinero para que los políticos europeos entendieran a los mercados que les prestan dinero. Y un poco de suerte, como ha sido que se fuera Trichet y llegara “súper Mario”, que está demostrando ser mucho más inteligente y, encima, buen conocedor de los mercados. Si el rescate discreto funciona, podríamos estar viendo el principio del fin del “círculo vicioso” de la economía europea y la entrada en el “círculo virtuoso” que describí en su día en “De círculo vicioso a círculo virtuoso”. Si no, habrá que ir al “oficial”, y tener que rescatar a España a la luz del día es cuanto menos una opción peligrosa, sobre todo, porque podría ser contagiosa. Ojalá funcione el rescate por la puerta de atrás, porque ¡qué ganas tenía de escribir algo bueno sobre España después de varios años de insistir machaconamente que en deuda pública o renta variable española no hay que invertir ni un euro! A ver si la sutileza florentina y el “know how” del señor Draghi funcionan y el plan tiene éxito. Y aviso a navegantes: no es cuestión baladí. Acertar en cuál va a ser el resultado del proceso y el timing de los posibles ajustes de cartera va a ser básico para estar el año que viene a la cabeza de la rentabilidad, en el pelotón, o de coche escoba.