Nunca olvidaré el día que fui a ver a un posible cliente y, antes de que le empezara a hablar de “mi libro”, me cortó en seco y me dijo: «Yo quiero ganar un 5%». No quería saber nada de perfiles de inversión ni de niveles de riesgo ni de la situación de los mercados. Mi respuesta fue inmediata: “Hecho”.
Yo jugaba con ventaja. Tenía información. No información privilegiada, no, simplemente información. Y conocimiento del medio. En los mercados la información, la intuición y el conocimiento de las reglas del juego lo son casi todo. Resulta que en aquella época —fue hace muchos años— era fácil encontrar bonos públicos y privados de alta calificación crediticia (España no había pasado por la Champions League de Zapatero y Solbes) con elevada liquidez y que dieran una buena rentabilidad (la inflación era más alta que ahora). Pero mi cliente desconocía el medio y había tenido su dinero siempre en depósitos a plazo fijo, en una época en la que no había guerras de depósitos y cuando el Estado no usaba el dinero de los contribuyentes para que los bancos con problemas pagaran extratipos, como ocurre ahora, que quienes más pagan por los depósitos son .. ¡Los bancos rescatados!. Ya me dirá Ud. con qué dinero.
Bueno, perdonen, no me quiero desviar. El caso es que si mi cliente no me hubiera cortado —cosa que le agradecí porque simplificó enormemente mi tarea— le habría explicado que un 5% podía parecer atractivo, pero en realidad era un objetivo muy conservador. Les prometo que lo intenté. Pero en cuanto empecé a explicarle lo que era la rentabilidad real (rentabilidad nominal menos inflación), me volvió a cortar, pensando, supongo, que yo era el típico asesor financiero que sólo quería liarle apara colocarle el producto de turno. Le entendí perfectamente. ¡Cuánto vendedor no utiliza todo tipo de “palabros” y términos esotéricos para colocarle el producto del mes al cliente! Y mi cliente, agobiado por el bombardeo de banqueros privados, había optado por la vía de en medio: a mí que me den un 5% y aquí paz y después gloria.
Ni que decir tiene que casos así son de los retos más fáciles que he tenido en mi carrera (el otro fue batir a los depósitos durante la guerra de los ídem, y si no lean ¡Que error, que inmenso error! o Me apuesto una cena a que …. En el caso que nos ocupa bastaba con crear una cartera de bonos con una TIR (rentabilidad) del 6% anual —o incluso creo que fue más— que es como estaba la rentabilidad de los bonos en el mercado en aquel momento, elegir valores -bonos- con vencimiento a largo plazo y alta liquidez —para poder salir y cambiar cuando un 6% resultara poco— y a cobrar (el cupón).
Les aseguro que volví a intentar explicarle que la rentabilidad es un concepto relativo, que es buena o mala en función de con qué la comparemos, de cuál sea la vara de medir, de cuál sea el entorno de tipos de interés y de inflación, pero el hombre seguía en sus trece. Yo me sentía mal porque jugaba con una ventaja clarísima, pero he de reconocer que también me preocupaba el hecho de que algún día la situación se diera la vuelta y un 5% fuera una rentabilidad elevada para la situación del mercado, como puede ocurrir ahora mismo. Y los bonos que le había comprado tenían un vencimiento, lógicamente.
No fue el caso, porque los años siguientes fueron de tipos a la baja y al final todos contentos: él con su cupón del seis y pico por ciento anual y yo sentado y cobrando por mi “trabajo”. Eso sí, hice cierto “trading” para realizar beneficios en las plusvalías que además obtuvo según bajaban los tipos de interés (*), con lo cual su rentabilidad fue incluso mejor. Y yo también me sentí mejor con mi aportación.
Desde entonces me he encontrado con muchos casos similares. Y ahora entramos en un periodo en el que no ser conscientes de que la rentabilidad no es un valor absoluto, sino relativo, puede ser crucial. Los clientes de los bancos, acostumbrados a los extratipos de la guerra del pasivo, empiezan a moverse inquietos ante la caída -anunciada- de la remuneración de los depósitos, caída que irá a más, se lo aseguro. Y digo anunciada y digo bien. Lean, si no, este párrafo del artículo mencionado anteriormente, escrito en plena guerra de depósitos, con remuneraciones al 4%, donde decía que el depósito al 4% era un error tipo “pan para hoy, hambre para mañana”:
“……el error va a traer cola, porque si usted se hubiera asegurado una rentabilidad por cupón del 5% -o incluso 6%- a varios años con un bono o un fondo y bajan los tipos de interés del mercado, nada extraño con la recesión que se va a “comer” Europa, o si acaba esta locura de la guerra de depósitos -locura que tiene que acabar porque la pagaremos los contribuyentes-, entonces tendrá un 5% o un 6% de rentabilidad estable, cuando en el mercado se ofrezca un 2%, por poner un ejemplo”
“¡Que error, que inmenso error!” Noviembre de 2012
¿Un 2%? Ya ven, me quedé corto. Dentro de seis meses un 1% parecerá una buena rentabilidad para un depósito a plazo fijo, mientras quien en su día se asegurara un buen cupón estará tan tranquilo cobrando un 5% o 6%. Y el tipo de bonos a los que hago referencia se pueden vender en cualquier momento, pues hablamos de deuda pública (ver Cómo ganar un 5% relativamente seguro) o de deuda bancaria senior –la que tiene prioridad de cobro en caso de quiebra- de entidades financieras de primer nivel, de esas que, si quiebran, ya nos daría todo igual, porque para entonces habríamos vuelto a una economía de subsistencia. Esos títulos se compran y venden todos los días con total liquidez, no son acciones preferentes ni deuda subordinada, así que el vencimiento podemos decir que lo ponemos nosotros.
Vayamos, por lo tanto, a lo práctico: ¿Qué narices hago este año con mi dinero si el banco me dice que sólo me da un 1% y no hice caso al “Alvargonzalo” ese o como se llame y no tengo una cartera de bonos que me dé un 5% anual hasta que yo quiera?
El “Alvargonzalo ese” lo que le recomienda es que:
1. Piense en términos de rentabilidad relativa.
Si, si, ya sé que suena raro, pero es importante. Durante este año la inflación en España va a ser muy baja. Incluso con los impuestos que nos coloca Hacienda por la puerta de atrás en la factura de la luz o en la gasolina. Se va a mover entre el 0% y el 1%, eso si no entramos temporalmente en deflación (inflación negativa), que si no lo estamos ya es porque el gobierno le ha metido un buen “crujido” de impuestos y subvenciones al recibo de la luz. Por cierto, no seamos desagradecidos: ¡nos gobiernan unos genios que nos están salvando de la deflación! De este gobierno tendrían que haber aprendido los japoneses, los muy bobos, que llevan 20 años en deflación: impuesto por aquí, impuesto por allá y listo ¡se acabó la deflación, el déficit y .. “lo que haga farta”!
Bueno, no quiero desviarme por mi natural admiración por estos recaudadores ¡perdón gobernantes! que tan bien nos recau … ¡perdón, gobiernan! y que ahora han dado con lo que llevan buscando toda la vida los economistas: cómo acabar con la deflación. ¡Pues subiendo impuestos hombre! Así todo sube y asunto solucionado. Si todavía hay justicia en la tierra ya sabemos a quién le van a dar el nobel de economía este año.
En fin, lo importante es que en el entorno de baja inflación en el que nos movemos si Ud. es un inversor conservador un 2,5%/3% de rentabilidad es tan bueno como un 4% cuando la inflación era del 1,5%. Es sencillo de entender: con una inflación del 0% o similar la rentabilidad real (nominal menos inflación) de su inversión es del 2,5% (2,5%-0%=2,5%). Cuando la rentabilidad de su depósito era del 4% y la inflación era del 1,5% su rentabilidad real era la misma: 2,5% (4%-1,5%=2,5%) y Ud. estaba encantado con su depósito al 4%, Pues ahora tiene que estar más o menos igual de contento con una cartera de fondos de bajísima volatilidad que le dé un 2,5% anual, porque la inflación ha bajado a la par que los intereses.
Obtener entre un 2% y un 3% siendo conservador es perfectamente posible este año si se gestiona adecuadamente una cartera de fondos (o bonos). Y es una buena rentabilidad real si la inflación se mueve en el entorno del 0% o un poco más, escenario plausible si el gobierno deja de colar impuestos por la puerta de atrás (o la de delante, que estos no se cortan un pelo). Y plausible es, teniendo en cuenta que la gente de izquierdas nunca les va a votar y que a sus votantes el PP les dijo que les iba a bajar los impuestos y ahora se sienten como si hubieran votado a Izquierda Unida, así que o dejan de subirlos o, como diría Rajoy, no les va votar ni el “Tato”. Y, aunque parezca mentira, se supone que querrán ser reelegidos (aunque yo a veces ya lo dudo)
2. Sea realista. No sea “lemming”
A más de uno le parecerá poco un 2,5%. Vale. Pero tenga cuidado, no haga lo que va a hacer mucha gente -la mayoría- que es “correr detrás de la rentabilidad”. Escucharán los cantos de sirena de los vendedores y acabarán con rentabilidad cero o negativa en algún fondo mixto o de renta fija de esos de “lo hizo muy bien en años anteriores” y “tiene muchas estrellas”. O en un garantizado que, cuando dentro de cinco años vayas a recuperar la inversión, el banco te dará el importe invertido, una bolsa de cacahuetes y una palmadita en la espalda. Bueno, a lo mejor también te dan un azucarillo si eres buen chico y renuevas (en otro garantizado)
Si Ud. es conservador, es decir, si para Ud. lo más importante es no perder dinero, no corra detrás de la rentabilidad. Recuerde la anécdota que cuenta Warren Buffett sobre los “lemmings», unos pequeños roedores centroeuropeos que, en un momento dado del año, empiezan a moverse todos en la misma dirección -como una migración- pero, a diferencia de los pájaros, que tienen una idea muy clara de hacia donde se dirigen, estos no tienen ni idea de hacia dónde van. Como lo oyen. Así que andan y andan en busca de Dios sabe qué y, como es lógico, al final llegan al mar. Pero no, no crean Uds. que paran: ¡siguen p´alante! Y claro, se ahogan todos. No sea Ud. “lemming”. No siga al lemming comercial del banco o al lemming asesor financiero pagado por el banco. Le recomiendo leer mi artículo Cuidado con los fondos mixtos … para hacerse una idea del riesgo que corre si sigue a los lemmings.
Otra opción son los seguros de ahorro. La forma en que se estructuran y la necesidad de estas compañías de ofrecer una alternativa rentable a los depósitos bancarios hace que ofrezcan condiciones atractivas, pero en este caso el problema si se equivoca no es acabar en las frías aguas del báltico. El problema está en la letra pequeña y debe Ud. asesorarse muy bien antes de invertir en estos productos (ver Un 3% muy seguro)
Así que no lo olvide: la rentabilidad que importa es la real y los “lemmings” mueren todos. No queda ni uno (salvo las crías, que se quedan en casa para reproducir la raza). Supongo que es ley natural y que ocurre porque si no habría lemmings por todas partes. Pero mejor no seguir su ejemplo. Y, para acabar, otra frase del maestro (Buffett): «La primera regla del inversor es no perder dinero; la segunda: no saltarse nunca la primera”.
¡Buen fin de semana!
(*) La relación entre el tipo de interés y el precio de un bono es inversamente proporcional: cuando baja el tipo de interés que ofrece el bono –o uno similar– sube el precio del mismo. Es lógico: si compro un bono con un 5% de cupón y dos años después la misma entidad emite al mismo plazo con un cupón de, digamos, el 2%, mi bono vale más pasados esos dos años, ya que da un cupón muy superior.