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02/06/2014 AUTOR: Víctor Alvargonzález Jorissen Varios

¡Que vengan los hombres de blanco, por favor!

El otro día recibimos la visita de los famosos hombres de negro, curioso grupo compuesto por expertos del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) y la Unión Europea (más conocidos entre los amigos como la Troika). Y lo que resulta asombroso es que aquí todo el mundo – el gobierno, la troika–  llega a la misma imaginativa e innovadora conclusión: la receta para arreglar la economía española es impuestos y más impuestos.

Hace tiempo comentaba que, si la fórmula del Gobierno se basaba en coger a los ciudadanos por los pies y vaciarles los bolsillos en lugar de emprender un exhaustivo proceso de racionalización y búsqueda de eficiencia de la gestión pública, así como la reducción del tamaño de un Estado imposible de mantener con nuestra renta per cápita, para eso nos podríamos ahorrar un par de ministerios y bastantes consejerías autonómicas. El Estado podría comprar un ordenador como los de la NASA, que dedicara todo su potencial a rastrear cada esquina de cada nómina en lugar de cada esquina del universo, a analizar las facturas de cada comercio y la contabilidad de todo autónomo viviente. Dado que la actividad de Hacienda se centra en estos colectivos y no en buscar grandes bolsas de fraude aquí o en paraísos fiscales, el ordenador sería imbatible y el resultado igual o mejor. Y el ahorro importante.

En mi modesta opinión, hay más formulas, y mejores, que la del Gobierno y los de la Troika. Muchos economistas, españoles y extranjeros, menos fashion que los de la Troika las han propuesto. Yo aporté algunas ideas en “Valencia, paradigma del problema y la solución de España”, en “España, centro de negocios” y en “La patata, a la pila”. Y estoy convencido de que las hay mucho mejores. Pero pensar, como hasta ahora pensaba el Gobierno y piensa la troika, que la solución es seguir cargándose el consumo privado y, de paso, las clases medias y medias altas del país – verdaderos locomotores de la demanda interna – es pensar poco y mal. Digo «pensaba” cuando hablo del Gobierno, porque creo que se ha debido de enterar – digo yo -de que el camino fácil- que paguen la factura los de la nómina, los autónomos y demás presa fácil – tiene un pequeño inconveniente o efecto secundario: que les estás tocando las narices a tus votantes naturales. Y en el caso de las clases medias, se lo estás haciendo pasar realmente mal. ¿Y qué pasa? Pues algo que ni sus más sesudos sociólogos había calculado: que van y no te votan. Desagradecidos que son.

Afortunadamente, la visita de estos tipos de La Troika se ha producido justo después del momento en el que una pequeña pérdida de votos –como la mitad, más o menos y encima de gente que les ha votado siempre– les habrá quitado las ganas de seguir con esa receta, so pena de perder el sillón, y harán caso a la señora Vicepresidenta, que dice – aunque hasta ahora ha sido más decir que hacer – que se pueden ahorrar más de 35.000 millones con su plan de racionalización y eficiencia de las administraciones públicas (cifra que lógicamente permite bajar impuestos y que ese dinero vaya al consumo). Pues hágalo, doña Soraya, hágalo, porque sus votantes ya no tragan y quieren verles a ustedes hacer lo que tenían que haber hecho el mismo día que subieron los impuestos: apretarse el cinturón. Porque de Podemos le aseguro que no van a arañar ni un voto, pero a lo mejor pueden recuperar el de alguno de sus votantes habituales.

Lo de los hombres de negro no sé si es incompetencia, política (aunque últimamente son dos cosas que van muy unidas) o ambas cosas. Lo que necesita España es relanzar su demanda interna – qué más quisiéramos que ser grandes exportadores o no haber hecho del Monopoly nuestro modelo de negocio -, lo cual va desde llenar los grandes almacenes – uno de mis #indicadoresnoconvencionales favoritos (pueden encontrar más en Twitter en @AlvargonzalezV), llenar las playas, los concesionarios de coches, las tiendas, los despachos, etc., etc. Y estos genios van y dicen que hay que mantener unos impuestos absolutamente confiscatorios (70% de los ingresos en los tramos altos, si sumamos directos e indirectos) y subir el IVA, algo muy positivo para el consumo y el empleo. Al menos han dicho que hay que bajárselos a las empresas. Obviamente, no estoy en contra de que se les bajen los impuestos a las empresas, generadoras naturales de empleo. Es lo único lógico que les he oído decir, pero, me pregunto ¿se les ha ocurrido pensar que si la gente no compra las empresas no venden? ¿Y que si no venden no ganan? Y si no ganan ¿de qué les sirve que les bajen los impuestos sobre los beneficios? Mejor promover que la gente compre. De eso va el sistema capitalista, señores de La Troika: de que los consumidores compren lo que producen las empresas. ¿De qué sirve producir si los clientes están a dos velas?

Es todo un sinsentido. Fíjense: a la vez que los señores de negro hacen estas recomendaciones, la señora Christine Lagarde, presidenta del FMI, dice que el gran problema de Europa, y una lacra para el crecimiento mundial, es el bajo nivel de actividad económica de la Eurozona y sus riesgos deflacionistas. Y tiene razón. Pues a lo mejor la subida del IVA que propone la Troika es una – curiosa – forma de subir precios y retrasar la deflación, pero una vez pasado el efecto inicial, en España el efecto de subir cualquier impuesto o tasa que se les pase a los políticos por la cabeza lo que va a ser es la gota que colma el vaso. El de la economía, que no aguanta un impuesto más, sea verde o marrón, el de los votantes del partido que pretende repetir legislatura y la peor: la del sentido común. Porque como economista, y ya con cierta experiencia, no tengo reparo alguno en decir que, o esto tiene una motivación política, o estos expertos no tiene ni repajolera idea de lo que hacen y, peor todavía: carecen del mínimo sentido común.

La única explicación posible es, como digo, política. Y muy rebuscada. Pero es que los políticos son muy rebuscados. Esa explicación sería que le estén echando un cable al Gobierno proponiendo algo muy impopular para que el Gobierno les diga que no, que ellos no hacen esas cosas, y así presumir de independencia ante los  electores, de lo mucho que se preocupan por ellos y de que si es necesario se enfrentan a la Troika y a quien haga falta. Y, de paso, que alguno de sus votantes les perdone el desaguisado de haber recuperado la credibilidad crediticia como si fueran el Sheriff de Locksley (ver “Rajoy de Locksley o Sheriff de Sherwood”)

La otra explicación es mucho peor. Sería la de Obelix: “están locos estos romanos”. En nuestro caso, están locos estos de la Troika. Pues si esa es la explicación, lo que necesitamos no son hombres de negro: lo que necesitamos son hombres de blanco pertrechados con camisas de fuerza que se lleven a los de negro al sitio en el que puedan recibir el tratamiento adecuado. Por su propio bien. Y por el nuestro.

¡Que pasen un buen fin de semana!

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