¡Qué vergüenza! ¡Con los tipos de interés oficiales del BCE en el 0,75% y el Euribor a un año al 0,54% y que ya no nos vayan a pagar un 4% en un depósito a un año! Eso solo puede pasar en España, que vamos siempre por detrás. ¡Seguro que en Francia o en Alemania no pasa!
Efectivamente, no pasa. Ni ha pasado en estos años. Ningún responsable de banca prudente pagaría un 4% si los tipos de interés de mercado –el Euribor– están en el 0,54%. Y no lo pagaría porque si capta dinero al 4%, eso significa que si quiere tener un margen adecuado tiene que colocarlo por lo menos al 6%. Y para ganar un 6% cuando los tipos de mercado están al 0,5% hay que tomar R-I-E-S-G-O. Esto lo puede entender cualquiera. El riesgo puede tomarse o bien dando préstamos o bien invirtiendo. Como, por el momento, los bancos españoles no dan préstamos, o sólo se los ofrecen a quien no los necesita, el resultado es que ese dinero captado al 4% básicamente lo invierten y, lógicamente, para sacarle un 6% tienen que hacerlo en activos con cierto nivel de riesgo. El problema es que igual que puede salir bien puede salir mal, y ahí es donde se pueden complicar las cosas.
Cuando este tipo de riesgo lo toman uno de los tres o cuatro bancos realmente sólidos y solventes que hay en España la cosa tiene un pase, porque si el riesgo se convierte en pérdida pero el banco está bien capitalizado, los que palman la pasta son los accionistas. Pero si el que la “pringa” es un “bancocaja” de esos que el Estado mantiene vivos para mantener en el sillón al compañero de partido situado en el Consejo de Administración del mismo, entonces el que paga es… ¿lo adivinan?: pues el contribuyente.
Así que no comparemos churras con merinas y no digamos que esto es como la subida de impuestos o el euro sanitario. Soy el primero en criticar que aquí quien se ha apretado el cinturón son los ciudadanos y no el Estado (ver “Rajoy de Locksley o Sheriff de Sherwood” y también “Manifiesto”). Pero detener la locura de la guerra del pasivo ha sido una cuestión de prudencia por parte del regulador, no una injusticia social, como pretenden hacernos creer algunos. Una prudencia que hay que aplaudir. Ojalá hubieran llevado una supervisión así de prudente en los últimos diez años.
Esto es algo que había que hacer, porque la guerra del pasivo iba camino de ser el segundo desastre financiero después del de las cajas de ahorro, si se hubiera mantenido en el tiempo. Imagínense decenas de “bancocajas” zombis compitiendo de forma desleal con bancos sanos y todo con ayuda del colchón del dinero del contribuyente. Y así durante años, impidiendo el saneamiento del sistema financiero y poniendo freno a que, de una vez por todas, el sector se adapte a las necesidades financieras reales de la economía española. Es más: no es bueno para la economía de un país que todo el dinero ahorrado en lugar de invertirse se deposite en bancos que se limitan a comprar y vender valores con él. Si queremos salir de esta, será bueno no sólo que fluya el crédito, sino que vaya dinero a la inversión en acciones de empresas, cotizadas o no, o a prestárselo, que al fin y a la postre son las empresas las que crean empleo. Los depósitos no sólo no hacen a nadie rico, sino que impiden que ese dinero vaya a la economía productiva y se creen puestos de trabajo.
Pero dejemos ya el “quejío”. Ni porque haya habido guerra de depósitos, ni porque ese dinero no haya ido ni a créditos ni a capitalizar empresas, ni tampoco porque ya no se pague un 4% en un depósito. Tranquilos: nuestras abuelas no van a verse forzadas a invertir por ello en el proceloso mundo bursátil, ni habrá que dirigirse a lejanos mercados emergentes para obtener una rentabilidad decente. Los ahorradores y los inversores conservadores tienen muchísimas alternativas a la inversión en depósitos. Alternativas que ya tenían antes pero que los bancos no les contaban y que, de hecho, han sido más rentables que los depósitos durante todos los años en los que ha durado la guerra del pasivo (ver “¡Qué error, qué inmenso error!”).
Ahora, incluso hay productos nuevos muy interesantes. Por ejemplo, en lo que entre profesionales se llama productos de “banca seguros”. Son productos de ahorro muy conservadores que en lugar de ser creados por bancos son creados por compañías de seguros. Y, obviamente, descarto las compañías de seguros que no sean sólidas. Pero ya les gustaría a muchos bancos tener el balance de algunas empresas de seguros. Las hay muy sólidas y no se ven afectadas por el armisticio impuesto por el Banco de España en la guerra de depósitos. Y encima son productos con mejor fiscalidad que un depósito. Resumiendo. Más del 3% de rentabilidad, con liquidez diaria y buen tratamiento fiscal.
Y no acaba ahí la cosa. ¿Alguien se sentiría incómodo prestándole dinero al BBVA, por poner un ejemplo? Pues se le puede prestar y te da a cambio un 3,7% anual. ¿Cómo?: comprando un bono de dicho banco a través de cualquier sociedad o agencia de valores. Ciertamente es, en el ejemplo elegido, un bono a cinco años, pero es que no es obligatorio tenerlo cinco años. Estamos hablando de emisiones de 1.500 millones de euros que negocian millones de euros todos los días en mercados organizados, no hablamos de acciones preferentes ni obligaciones subordinadas, hablamos de deuda “senior” de un banco muy bien diversificado internacionalmente y con liquidez para los tenedores de sus títulos. Y se puede obtener una rentabilidad similar en un bono del Estado, activo líquido donde los haya.
¿Y Repsol? ¿Les parece Repsol una empresa que no vaya a pagar a sus acreedores? ¿Y Telefónica? Puede que algún año no pague dividendo, pero ¿dejará de pagar los intereses de sus bonos o sus deudas? Pues ahí estamos hablando de un 4% de rentabilidad -en ambos casos-, y además asegurada durante los años que uno considere oportuno.
Y, finalmente, pero no menos importante, los fondos de inversión. Los dejo para el final para que no se diga que, como es mi especialidad, tiro para casa. Quede claro que me parece el instrumento fiscalmente más interesante y financieramente más eficiente, pero desde un punto de vista financiero me valen todas las sugerencias anteriores como alternativas a los depósitos. Pero dicho esto, la realidad, la tozuda realidad, es que todos los años hay decenas de fondos conservadores que baten a los depósitos. Y adelanto que 2013 no va a ser una excepción. Para este año es más que probable que dentro del universo de los fondos conservadores se alcancen rentabilidades superiores al 4%, después de haber superado el 6% en 2012.
Y hablo de productos que jamás han perdido dinero en un año. Ni en un plazo de tres meses seguidos. A lo mejor un mes malo sí pueden tener, pero invierten de forma muy conservadora y se recuperan en seguida. Y por las mismas, todos estos años la banca evita que la gente se entere, para que no dejen de ayudarles en su desesperada lucha por la captación de pasivo, es decir, por la supervivencia. Pues estén tranquilos señores ahorradores e inversores con perfil de riesgo conservador, este año no sólo se repetirá el titular “Fondos conservadores ganan a depósitos por tercer año consecutivo”, sino que en 2013 está casi garantizado de entrada, gracias, entre otras razones, a los límites establecidos por el Banco de España a la locura en que se había convertido la guerra de depósitos.
Y para aquellos amantes recalcitrantes de la banca que jamás invertirían salvo en lo último que proponga el banco –preferentes, subordinadas y convertibles incluidos– que no se preocupen, que para sustituir a los depósitos llegarán los garantizados. No aportan pasivo, pero para la banca son un chollo, imagínense un producto que siendo en realidad un contrato a término cobra comisión de gestión anual. Pero aunque casi todos serán caros, seguramente no todos serán malos. Como suele ocurrir, la mayoría serán interesantes para el banco, pero poco para el ahorrador, es decir, que al fin y a la postre, al vencimiento, darán un rendimiento muy bajo, como ya habrán podido comprobar anteriormente muchos ahorradores. Pero habrá excepciones, o al menos eso creo. Y eso espero. También nosotros, como asesores independientes, estaremos atentos a las buenas ideas que surjan en garantizados para recomendárselas a nuestros clientes. Pero algo me dice que si lo que se busca son resultados para el cliente –en este caso el cliente conservador– recomendaremos bastantes más fondos, bonos y productos de “banca seguros” que garantizados, visto lo que han ofertado los bancos en garantizados en épocas recientes.
En fin, insisto en que no cunda el pánico. El inversor conservador tiene alternativas para dar y tomar, y encima podrá dormir más tranquilo como ciudadano y contribuyente que es, ya que estas medidas tratan de evitar que tengamos una nueva subida de impuestos para realizar un segundo rescate de bancocajas. Prudencia regulatoria, déficit a la baja, prima de riesgo a la baja, bolsa al alza, ¿no les dije que iba a ser un feliz año nuevo en mi último “post” de 2012? Pues aprovéchenlo. Y eso incluye al ahorrador, al inversor conservador. Estas medidas del banco de España no significan que no haya opciones interesantes para sus ahorros. Faltaría menos.