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21/09/2013 AUTOR: Varios

Parece un pato, se mueve como un pato… ¡probablemente es un pato!

Este refrán anglosajón –equivalente a nuestro blanco y en botella– describe perfectamente lo que se plantea uno al ver un gráfico del S&P 500 desde el año 1900 hasta hoy: parece el inicio de un mercado alcista de largo plazo, se mueve como tal… ¿y si realmente estamos ante el inicio de un mercado alcista de largo plazo?

Y cuando decimos “largo plazo” no hablamos de seis meses. Hace tanto tiempo que no vemos a un índice bursátil mantener una tendencia alcista sostenida –obviamente con sus correcciones– que, de hecho, hay toda una generación de analistas, gestores e inversores que jamás ha vivido un mercado bursátil alcista de verdad, como el que hubo entre 1984 y 2000 –con el crash del 87 por en medio–, que duró la friolera de 16 años, o el que siguió a la Segunda Guerra Mundial, que duró 23. Observen si no el gráfico que les presento a continuación.

Gráfico: El índice S&P 500 desde el año 1900 hasta hoy

Fuente: NED DAVIS RESEARCH

La primera conclusión que sacamos viendo este gráfico es que esos mercados existen . Y no me refiero necesariamente a casos tan espectaculares como los que acabo de citar. Me refiero a periodos alcistas más ‘normalitos’, como de entre tres o cinco años.

Lo segundo es que suelen producirse después de un largo periodo lateral o lateral bajista, como entre 1967 y 1984 o entre 1930 y 1942.

La tercera observación nos dice que siempre van precedidos de crisis muy importantes, sean políticas, económicas, o ambas. En los casos mencionados en el párrafo anterior, el mercado lateral o lateral bajista se debió, en el primero, a situaciones de hiperinflación, crisis de liderazgo, máxima inestabilidad geopolítica y a la mayor crisis energética que ha vivido occidente. Y el otro empezó nada menos que con el crash del 29 y siguió con la Gran Depresión. En otras palabras: el paso previo a un mercado alcista de largo plazo requiere la existencia previa de un periodo de crisis o incluso de un caos como el inicio de una guerra mundial. Y que la magnitud del periodo alcista tiene mucho que ver con la magnitud y duración de la crisis anterior. Y tiene toda su lógica: para que las acciones de las empresas estén realmente baratas tiene que haber habido suficiente miedo e incertidumbre como para que se hayan vendido a precio de saldo.

También se ve que, contrariamente a lo que creen muchos inversores –excepto los seguidores del análisis técnico, claro–, la ruptura de un máximo histórico puede perfectamente ser indicador de futuras subidas y no de que hay que vender «porque ha subido mucho». El que el máximo se convierta en una nueva tendencia alcista o sea una decepción que lleve a un nuevo periodo bajista depende de las condiciones financieras y económicas, no de que el mercado haya «subido mucho». En otras palabras: es como si vas en un velero y tienes el viento a favor durante muchos días. Puedes llegar muy lejos. Pero si el viento cambia de dirección tienes que cambiar de rumbo y si viene tormenta tienes que volver a puerto.

Antes de continuar quisiera aclarar que yo no entro en la polémica de qué es mejor, si el análisis fundamental o el análisis técnico. Para mí son totalmente compatibles y, de hecho, creo que son complementarios: el análisis fundamental te dice qué comprar. El técnico cuándo es buen momento para hacerlo.

Finalmente observamos que para entrar en un mercado alcista de largo plazo tienen que darse cambios fundamentales en la innovación tecnológica, la producción industrial, la productividad, la actitud de los bancos centrales y/o el liderazgo político. Por ejemplo: entre 1984 y 2000, el mundo conoció liderazgos políticos acompañados de liderazgo económico como el de Reagan, Thatcher o Clinton, así como el inicio de algo de la importancia de Internet, perfectamente comparable a la primera revolución industrial, si no más. Y  el presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, fue una pieza fundamental en el renacer norteamericano de los 80, entre otras cosas porque acabó con el problema inflacionista que vivía Norteamérica entonces.

Así que vayamos al meollo de la cuestión: ¿se cumplen ahora las condiciones para que la renta variable de las economías desarrolladas entre en ese mercado alcista de largo plazo que la historia le lleva negando desde hace más de 12 años?

Empecemos por el final. La condición de cambios económicos o financieros fundamentales. Posiblemente es la que menos se cumple si comparamos con situaciones previas anteriores. Pero hay base. Por ejemplo: el fracking va a llevar a EEUU a la independencia energética e incluso a ser exportador neto de energía en 2017. Justo lo contrario que cuando en los años 70 era humillado por los ayatolás por su fuerte dependencia del petróleo de Oriente Medio. Otro factor de crecimiento sigue siendo Internet. Cuando algunos piensan que ya no puede dar para más, aparecen Google, Twitter, el Kindle o la impresión en 3D. Y, por supuesto, ahí están los mercados emergentes, con China a la cabeza. Una cosa es que se tengan que tomar obligados descansos como el actual, y otra muy distinta que no vayan a ser un motor de crecimiento durante los próximos diez o veinte años.

Pero hemos de reconocer que no hay mucho más, al menos que conozcamos ahora. Pero lo anterior no es poco. También es cierto que todavía no hemos visto a las economías de los países avanzados salir totalmente de la crisis. La recuperación norteamericana es real, pero los mimbres que la sujetan son todavía débiles. Europa está empezando a sacar la nariz de debajo del agua y en Japón es pronto para decir que hayan funcionado las “Abenomics” (ver El Experimento Kuroda ). Pero si EEUU entra en un crecimiento realmente sólido, Europa empezara a recuperarse y Japón consiguiera su objetivo, y todo ello sumado a lo anterior, sí que sería una buena base para un mercado alcista de larga duración. Seguramente no para uno de 20 años, pero sí para uno de tres o cinco, que no es poco.

En cuanto a la condición de si la crisis anterior ha sido lo suficientemente fuerte y caótica, baste decir que si no hubiera llegado Ben Bernanke a la Fed y hubiera llegado alguien como Trichet, no quiero ni imaginar lo que hubiera pasado. Y baste también decir que en Europa hemos estado a punto de que el euro desapareciera, que no es poco. Eso por no hablar del nivel de desempleo alcanzado en la periferia europea –especialmente el juvenil– que ha llegado a ser similar al alcanzado en la Gran Depresión norteamericana. Les sugiero lean mi penúltimo post, titulado La hora de Europa (I) . Vamos, que si el manejo de la crisis europea no ha sido caótico, ¿qué lo es? Así que la condición de haber pasado por una crisis muy seria, caótica en algunos casos, se cumple. No ha sido una Guerra Mundial, ni la crisis del petróleo, pero ha sido seria. Muy seria.

Y para no olvidarnos del análisis técnico, comprobemos la condición de mercado lateral o lateral bajista previo. Y ya lo ven en el gráfico: entre el año 2000 y la reciente ruptura de máximos del S&P 500 han pasado la friolera de casi 13 años en el que, en el fondo y visto a largo plazo, el índice se ha movido en una banda de fluctuación, por amplia que haya sido. También lo fue entre 1966 y 1984. Y desde luego el S&P ha roto su techo histórico y muy mal tiene que darse la evolución de la economía norteamericana para que ese techo no se convierta en el nuevo soporte.

Conclusión: hay que seguir sobreponderando en renta variable. Lo decimos desde hace tiempo desde una perspectiva de corto plazo  –las razones las expuse en artículos como Back to the USA  o Feliz año nuevo  y De circulo vicioso a círculo virtuoso, entro otros –pero es que ahora hay un motivo adicional, y es que hay que estar preparados no vaya a ser que lo que tenemos delante no sólo parezca un pato, sino que resulte serlo. Y no estoy sugiriendo tirarse a la piscina, y menos al inversor conservador. Si realmente estamos ante el inicio de un mercado alcista de largo plazo queda margen de sobra si hubiera que incrementar posiciones y, de hecho, salvo que se sea un inversor agresivo, se debe entrar de forma gradual, confirmando vía análisis fundamental las expectativas técnicas.

Finalmente, habrán observado que me he centrado en los EEUU, concretamente en el S&P 500. No es necesariamente porque vaya a ser el que más vaya a subir a partir de ahora, sino porque son los índices USA los que primero han roto máximos históricos y porque es la mayor economía del mundo. Pero el hecho de que a los índices europeos les quede margen hasta máximos –y no vean al Nikkei– no es malo si su tendencia es alcista, y actualmente lo es. De hecho el Eurostoxx rompió no hace mucho su más reciente tendencia bajista de largo plazo.

Así que, considerando lo poco que se puede hacer en renta fija –deuda española y periférica aparte–, que la inyección monetaria que se ha practicado y se está practicando es histórica –y ese dinero tiene que ir a algún sitio–, más todo lo argumentado anteriormente, parece razonable seguir sobreponderando en renta variable, especialmente de las economías desarrolladas (nuestro ‘mantra’ de este año), no vaya ser que además de una bolsa alcista en el corto plazo, lo que parece un pato porque anda como un pato y grazna como un pato resulte ser un pato, es decir, una tendencia alcista de mucho mayor calado.

¡Buen fin de semana!

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