No hace falta ser un experto en física para entender que, si empiezas a echar agua en una bañera y dejas abierto el grifo hay un momento en el que el agua rebosa y cae al suelo del baño. Sucede de repente y el efecto es devastador (sobre todo, para el vecino de abajo).
En finanzas pasa exactamente lo mismo, pero en este caso -¡oh sorpresa!- para bien: si inundas el sistema de dinero, llega un momento que ese dinero llega a los mercados. Y digo para bien porque es como si el agua en lugar de cargarse el suelo del baño y el techo del vecino, lo que hiciera es caer sobre tierra fértil y abonada. El efecto es positivo y crece la cosecha. Ciertamente, si el agua rebosa demasiado se pudren la tierra, las semillas, la cosecha, etc. Pero aunque la historia suele acabar así, actualmente estamos en la fase en que el agua que rebosa está regando y no pudriendo, ni anegando. Y hay que estar atentos, porque el agua rebosa rápido y su consecuencia es inmediata.
Traslademos esta metáfora a los mercados financieros. La bañera es el sistema financiero. El grifo son los bancos centrales, que son los que aumentan el dinero en circulación del sistema. Se trata, en teoría, de un grifo muy sofisticado. Tiene nombres como “Quantitative Easing, intervención directa, disminución de los requerimientos de reservas depositadas por las entidades en el Banco Central, ventanilla de liquidez, bajada de tipos de interés, etc. Pero al final, es simple y llanamente un grifo. Un grifo que va metiendo dinero en el sistema y ese dinero va encontrando acomodo en los distintos activos financieros cuando rebosa de la bañera (mientras está en la bañera está en bonos americanos, alemanes, suizos, depósitos, etc.).
El grifo lleva abierto desde que empezó la crisis. Lo abrió la Reserva Federal. Bernanke será recordado como el presidente que evitó que el mundo entero se “japonetizara” (ver “La japonetización de la economía occidental”). Si hubiera sido por el BCE y el señor Trichet, ya estaríamos “japonetizados”, pero Bernanke actúo con decisión y liderazgo, consciente de su responsabilidad. Bajó los tipos de interés, inició un proceso de “Quantitative Easing” y dejó clarísimo que el grifo se iba a quedar abierto una buena temporada. Incluso fijó una fecha hasta la cual se ha comprometido a no subir los tipos de interés. Ahí queda eso.
Los japoneses, como llevan dos décadas “japonetizados”, gracias, entre otras cosas, a un presidente del Banco de Japón que, como Trichet, no se le ocurrió una idea mejor que subir los tipos de interés a las puertas de una crisis, llevan tiempo con el grifo abierto. Y ahora, han dado una fuerte vuelta de rosca adicional. Pero lo que ha hecho que empiece a salir el agua de la bañera es que se han unido algunos países emergentes -notablemente China- y, ¡oh maravilla!, ¡también el BCE!
Sí señores, el BCE se ha dado cuenta de que o ayuda y mete agua o la eurozona no sale de esta. Por una vez, hemos tenido suerte: quitaron a Trichet y pusieron a Draghi. Y Draghi entiende de mercados. Ha abierto el grifo con mucha moderación, pero estoy convencido de que, si por él fuera, le daría otra vuelta de rosca (bajaría los tipos de interés y sería más agresivo en la compra de bonos). Pero ahí están la ventanilla de liquidez para los bancos, las –modestas- compras de bonos periféricos y, lo más importante, un lenguaje de hombre de acción: “Haré absolutamente todo lo que haga falta para salvar al euro”. Curiosamente, lo mismo que dijo Bernanke mirando a los ojos de los congresistas norteamericanos (con la ventaja de que, al ser norteamericano, le sonó a pistolero): “Haré absolutamente todo lo que haga falta para vencer la crisis”. Sólo le faltó decir “… que es mucho, porque tengo un par de pistolas y mucha munición”.
Y, finalmente, igual que las desgracias no vienen solas, a veces las cosas buenas también van concatenadas. Y aquí, ya que hablamos de Física, entra en juego Arquímedes, que, si no me equivoco, fue el que se metió en una bañera y la bañera rebosó al entrar y, como consecuencia, Arquímedes desarrolló una fórmula física al respecto que, a nuestros efectos, significa que si la bañera anda ya bastante llena y metemos un objeto de cierto volumen, potenciamos el desbordamiento. Y el objeto en este caso no es un objeto, sino un hecho: que la mayoría de los gestores de patrimonio del mundo están infraponderados en activos deriesgo y en renta variable en particular. Y el jefe de los gestores mundiales es inglés y se llama “Benchmark”, que significa índice de referencia, y el señor Benchmark es un severo jefe británico que como hagas las cosas peor que él, recibes un fuerte castigo en forma de abandonos de los clientes. En otras palabras: como, por ejemplo, suban Europa y/o China mucho más que los EE.UU -como ha ocurrido en los últimos meses- y al gestor/asesor en cuestión le pille con cero Europa en cartera, es decir, que lo hace peor que el índice de referencia, la cosa se complica. Y el gestor, asustado, se va como loco a comprar Europa para que no le digan que no se entera de la misa la media. Y como él, muchos más. A eso se le llama flujo financiero y en este caso es el efecto de Arquímedes, pero en el sistema financiero.
Estas son las buenas noticias: empieza a rebosar. La mala es que cuando empieza a crecer, en la cosecha no todo crece igual y si quieres una buena cosechac tienes que “currártelo”. Y donde ya ha crecido puede o no crecer más. Vamos, que hay que comprar las parcelas más fértiles antes de que crezcan o mientras tienen margen de crecimiento. ¿Será la bolsa alemana o estará ya más para recoger que para sembrar? ¿Y el Ibex? ¿Servirá de algo el esfuerzo que han realizado los ciudadanos españoles -que no el Estado- para sanear las finanzas públicas de nuestro país? ¿Los emergentes? ¿Qué emergentes? Y en el barbecho de la renta fija, ¿dónde estará el cosechón? ¿Y qué fondos de inversión utilizar en cada caso? ¿O mejor inversión directa? Y de ahí en adelante: el asesor financiero tiene que hacerse estas preguntas y actuar en consecuencia.
Me llevaría varios artículos como este responderlas, pero las directrices más importantes ya las di hace meses y siguen en vigor: Europa no recibía agua y era tierra yerma. Ahora, eso está cambiando. EE.UU. era y seguirá siendo tierra fértil, pero mientras que en Europa empiezan a crecer las plantas, allí las bolsas no están lejos de los niveles precrisis (lo que no implica que no puedan superarlos). Y para inversores conservadores, si todos los años tengo claro que habrá una inversión conservadora que superará a los depósitos, este lo tengo tanto que me he apostado públicamente una cena (ver “Me apuesto una cena a que …”). Y cuidado, cuando lo hice no había salido la “recomendación” del Banco de España (previa recomendación del BCE) de que se acabó lo de pagar extratipos que al final acabarán pagando los contribuyentes, así que no jugaba con información privilegiada cuando dije que un fondos de renta fija de deuda pública europea o -incluso tomando algo más de riesgo, un bono del Estado español- superarían a cualquier depósito de una entidad solvente (los de las insolventes no se pueden comparar con un fondos de renta fija muy conservador o un bono del Estado).
Por supuesto, es muy posible que el tema acabe mal. Pero eso será después de la tercera o cuarta cosecha. Mientras tanto, hay mucho que cosechar porque, según dicen los expertos agrónomos, lo que crece después de un incendio, crece más sano y más fuerte. Y digo que acabará mal porque seguramente se les irá la mano con el grifo -es lo que demuestra la historia- y en lugar de lechugas crecerá inflación, es decir, mala hierba. Pero me apuesto algo a que eso va a tardar en producirse y, mientras tanto, hay mucho que ganar. Y, en cualquier caso, para eso está un asesor financiero: para decir cuándo recolectar la última cosecha, guardarla en la cabaña y sentarse frente al fuego a hibernar.