El impacto de la situación en Oriente Próximo en los mercados financieros ha sido un tema recurrente de análisis, especialmente tras los recientes eventos que han sacudido la región.
Según nuestro economista jefe, Daniel Lacalle, la escalada de violencia que comenzó con los atentados de Hamás en Israel el 7 de octubre de 2023 ha generado una serie de reacciones tanto en el ámbito geopolítico como en el económico.
Comprender este panorama es esencial para los inversores que buscan navegar en un entorno marcado por la incertidumbre y el riesgo y, por ello, exploraremos el contexto actual en Oriente Próximo, el impacto en los mercados financieros y las estrategias de inversión recomendadas para enfrentarse a estos desafíos.
Los atentados de Hamás en Israel del 7 de octubre de 2023 supusieron la mayor masacre de ciudadanos judíos desde el Holocausto. Esa fecha implica una escalada sin precedentes en el conflicto entre Hamás e Israel. La respuesta no se hizo esperar e Israel comenzó una operación para eliminar al grupo terrorista que perpetró los asesinatos y secuestro de civiles, árabes y judíos. La violencia en Oriente Próximo se recrudeció con los ataques con drones y misiles por parte de Irán, que generaron otro episodio de escalada a un nivel no visto en años.
Los ataques de Hamás y los posteriores de Irán y Hizbulah, este último desde Líbano, pueden considerarse como una estrategia para impedir la normalización de relaciones entre Israel y Arabia Saudí. Como explica Jonathan Lord en The Hill, “antes del 7 de octubre, la noticia más importante en Oriente Medio era la creciente perspectiva de un acuerdo de normalización entre Estados Unidos, Arabia Saudita e Israel. El deshielo de las relaciones saudí-israelíes era inconfundible. El ataque terrorista de Hamás fue un esfuerzo claro para impedir un acuerdo entre Estados Unidos, Arabia Saudita e Israel y, más ampliamente, la continua integración de Israel en la comunidad de naciones de Medio Oriente”.
Por lo tanto, como inversores debemos entender que la guerra de Gaza, como se conoce en los medios de comunicación, no terminará hasta que Hamás desaparezca. Es importante recordar que la posición de Egipto y Jordania es diametralmente diferente a la de Irán, Hamás y Hizbulah.
Si analizamos las posiciones en esta guerra, se percibe una clara división entre los que apuestan por la paz y los que buscan activamente la destrucción de Israel.
Al existir una parte que busca la desaparición de Israel, es muy difícil pensar en una solución negociada o pactada.
Estados Unidos y la Unión Europea apoyan a Israel en su legítimo derecho a defenderse, a la vez que proponen distintas opciones para una solución al conflicto.
China y Rusia no están involucradas y se mantienen neutrales, aunque su apoyo no activo a Irán es conocido.
Egipto, Jordania y Arabia Saudí tienen posiciones orientadas a defender soluciones pacíficas.
Por lo tanto, el conflicto bélico se perpetúa porque el estado israelí necesita acabar con Hamás ante el objetivo explícito de los terroristas y sus aliados de acabar con Israel.
Debemos, primero, lamentar la crisis humanitaria y los efectos de esta guerra sobre la población civil.
Como inversores, debemos tener en cuenta que los mercados financieros han reaccionado con cautela, pero sin un aumento agresivo de la volatilidad. El mercado parece descontar que este conflicto bélico durará más de lo deseable, pero que no escalará hasta convertirse en una crisis de impacto global.
«El mercado asume que el impacto es local, no mundial.»
Si analizamos las causas de la baja volatilidad del mercado ante eventos geopolíticos, se pueden resumir en dos: los analistas saben que en ocasiones anteriores el impacto bursátil y en bonos ha sido limitado y que el efecto más relevante sobre los activos de riesgo lo genera la política monetaria, no la geopolítica.
Cuando miramos a las materias primas, podemos concluir que el riesgo geopolítico ya está significativamente descontado en el precio, y que las fluctuaciones en el precio del petróleo han sido modestas. A cierre de este artículo, el petróleo solo avanzaba un 7 % en el año 2024 y se mantiene muy por debajo de los máximos de 2022. Si analizamos otras materias primas como el gas natural, el efecto de la guerra ha sido inexistente. Los precios del gas natural han caído un 11 % en los cuatro primeros meses del año por una combinación de menor demanda industrial global y temperaturas más cálidas en invierno.
Las bolsas reaccionaron de manera suave al riesgo geopolítico y podemos concluir que el mercado centra su interés en las decisiones de política monetaria y no en los conflictos bélicos existentes. Es también evidente que el mercado financiero asigna una muy baja probabilidad a que la guerra de Gaza se extienda a un conflicto mundial.
Sin duda, ignorar el riesgo geopolítico es peligroso. Como inversores, debemos evitar tomar posiciones demasiado cíclicas, ya que estos riesgos suelen tener un impacto no desdeñable en la inversión, el crecimiento y la inflación. Debemos analizar el impacto global a medida que ocurre, y no obcecarnos ni con mensajes alarmistas ni análisis demasiado optimistas.
La escalada en la tensión internacional con la guerra de Gaza y la reacción moderada de los mercados nos ha permitido tomar beneficios tras un excelente comportamiento de los activos de riesgo en el primer trimestre. Nos ha dado la oportunidad para tomar posiciones menos expuestas al ciclo y más defensivas.
Si el conflicto se recrudece y genera una escalada global, la estrategia sería reducir de manera significativa la exposición a renta variable, tomar fuertes posiciones en dólar y oro, y una apuesta prudente en petróleo, ya que la destrucción de demanda puede limitar el potencial alcista ante un empeoramiento macroeconómico global. Si la guerra continúa, pero con alcance local, creemos que es interesante apostar por renta variable norteamericana y sectores atractivos por su combinación de riesgo moderado y buen dividendo, así como renta fija de alta rentabilidad exigida con duración baja. Si Hamás se rinde y se alcanzan acuerdos como el anunciado entre Israel y Arabia Saudí, debemos evitar las posiciones en petróleo y gas y deberíamos aumentar la exposición a renta variable en mercados emergentes.
De momento, la probabilidad de una escalada global es muy pequeña. Ni Estados Unidos ni China quieren un enfrentamiento mundial. La posibilidad de una solución rápida y duradera también es muy remota. Por lo tanto, debemos valorar que la guerra continuará con un marcado impacto local durante un tiempo indeterminado. Como inversores, debemos ser muy flexibles y gestionar nuestras carteras atendiendo a la evolución de una guerra en la que todo puede cambiar rápidamente.