El pasado viernes, los mercados cerraron con avances en los principales índices de Estados Unidos. El Nasdaq subió un +1,9%, seguido por el S&P 500 con un +1,8% y el Dow Jones con un +1,5%. Sin embargo, en Europa, la situación fue más desigual. Mientras el FTSE 100 logró un incremento modesto de +0,64%, el CAC 40 perdió un -0,3%, el DAX cayó un -0,92% y el Ibex 35 cerró con una leve caída de -0,18%. En general, fue un día que reflejó la tensión subyacente en los mercados, a pesar de los resultados positivos en algunos frentes.
En el trasfondo de estos movimientos sobresalen las tensiones comerciales entre EE.UU. y China, cambios inesperados en la política estadounidense y una economía global que sigue navegando en aguas turbulentas. Como resultado, los inversores han tenido que buscar refugio en activos como el oro, que alcanzó un nuevo máximo, o en el yen japonés, que se fortaleció frente al dólar.
En EE.UU., la temporada de resultados empresariales comenzó con pesos pesados como JPMorgan y BlackRock reportando beneficios que, aunque no alarmaron, vinieron acompañados de mensajes cautelosos. Jamie Dimon, CEO de JPMorgan, habló de «turbulencia extrema», reflejo de que la economía podría estar al borde de una recesión.
Los bonos del Tesoro también han dado que hablar, al superar el rendimiento a diez años el 4,5%, un nivel no visto desde febrero. Esto muestra cómo los inversores están ajustando sus expectativas ante un escenario donde la Reserva Federal podría enfrentarse a decisiones difíciles entre combatir la inflación y mantener el crecimiento, mientras los inversores desconfían de que el activo deje de poder denominarse refugio.
En cambio, en Alemania, el bono a diez años sigue atrayendo capitales que huyen de Estados Unidos, y cerró la semana en 2,53%. Mientras tanto, los mercados europeos también tienen la mirada puesta en la reunión del BCE de este jueves. Se espera que Lagarde y su equipo den señales sobre el rumbo de la política monetaria en un momento en que la inflación comienza a dar un respiro, pero la incertidumbre global sigue siendo un factor dominante.
En Japón, el yen se fortaleció mientras las autoridades miran los últimos acontecimientos con preocupación. El Banco de Japón se enfrenta a la difícil tarea de equilibrar la política monetaria mientras observa cómo persiste la inflación en salarios y servicios.
La pasada semana nos ha demostrado una vez más que en tiempos de Donald Trump la volatilidad es la norma y no la excepción. Con China manteniéndole el pulso a Estados Unidos como si fuera Rocky Balboa y su famosa frase: «No importa lo fuerte que golpeas, sino lo fuerte que pueden golpearte y seguir avanzando.» Y aunque durante el fin de semana el presidente norteamericano haya levantado los aranceles sobre teléfonos móviles, portátiles y chips, entre otros dispositivos y componentes electrónicos considerados como ‘tecnología crítica’ para su administración, no parece que vayamos a tener tregua entre las dos grandes potencias.
Esta semana promete ser igual de intensa. En Europa, los inversores seguirán de cerca la reunión del BCE, así como los resultados de empresas como ASML y Heineken. En EE.UU., los bancos Goldman Sachs, Citigroup y Bank of America serán protagonistas.
Respecto al frente macroeconómico, también hay mucho en juego. Destacan el PIB de China del primer trimestre y el IPC armonizado de la zona euro. En un contexto donde los mercados buscan señales de estabilidad, cada dato y anuncio podría ser el catalizador para nuevos movimientos bruscos.
Buena semana.