Sin lugar a dudas las noticias ayer sucedieron en Estados Unidos. Fue con la reunión del G-7 y los presidentes de sus bancos centrales con quienes empezó todo.
Porque si en esa videollamada aseguraron que estaban unánimemente dispuestos a hacer esfuerzos por contener esta crisis (sanitaria y, cada vez más, potencialmente económica), Jerome Powell se lo tomó al pie de la letra y convocó una rueda de prensa para anunciar un recorte de 50 puntos básicos en las referencias de la Reserva Federal. No es por el hecho (la rebaja del tipo de interés hasta el -1,25%), sino por las formas, pues si bien el mercado ya descontaba este movimiento, se esperaba que fuese en una de las reuniones mensuales de su comité. Por lo tanto, sorprendía a todos por el contexto y, aunque las bolsas lo celebraran inicialmente, pronto empezaron a pensar mal: ¿Realmente necesitamos un estímulo tan inmediato? ¿Sabe la Fed algo que se nos escapa al resto? ¡Mejor será comprar treasuries por lo que pueda pasar! Y el treasury a 10 años marcó su mínimo histórico, cayendo por debajo del 1%…
La pelota está ahora en el tejado del BCE, pero Christine Lagarde tiene las manos mucho más atadas. Quizá ahora nos arrepintamos de la “liquidependencia” que hemos tenido en Europa en los últimos 10 años, pues ahora el margen de maniobra es muy escaso.
Pero tranquilos, alguna buena noticia tenía que haber. Ayer se celebró el “supermartes”. O lo que es lo mismo, la votación de los caucus demócratas en 14 estados americanos. El gran vencedor fue Joe Biden, el exvicepresidente de Barack Obama, que consiguió ser el candidato más votado en 8 de los 14 estados. Bernie Sanders, por su parte, logró llevarse California, por lo que sigue muy vivo en esta carrera por el liderazgo demócrata. Así, parece que terminará siendo un mano a mano entre Biden y Sanders, o, dicho de otra manera, entre la moderación y el socialismo típicamente europeo, el cual en Estados Unidos confunden muchas veces con el comunismo.
Buen miércoles.
Llámanos 
