En el mundo de las inversiones una de las decisiones más importantes que debes tomar es elegir entre los fondos de gestión activa o pasiva.
Ambas estrategias ofrecen enfoques distintos para la inversión en fondos y es necesario comprender las diferencias para definir cuál se adapta mejor a tus objetivos financieros. La gestión activa se centra en la selección cuidadosa de activos para superar al mercado, mientras que la gestión pasiva busca replicar el rendimiento de un índice específico.
Profundicemos acerca de lo que se encuentra detrás de cada enfoque y veamos las claves para integrarlos en una estrategia de inversión diversificada.
Los fondos de inversión son vehículos que permiten a los inversores agrupar el capital en una variedad de activos, como acciones, bonos y otros instrumentos financieros. Estos fondos son gestionados por profesionales que toman decisiones de inversión en nombre de los participantes del fondo. A continuación, describiremos las características de cada uno de los dos enfoques principales.
En la gestión activa de fondos un gestor toma decisiones sobre qué activos comprar y vender con el objetivo de superar el rendimiento del mercado o de un índice de referencia. Este tipo de gestión implica un análisis profundo y continuo para identificar oportunidades de inversión que puedan generar retornos superiores.
El gestor selecciona las acciones, bonos u otros activos que cree que tienen el potencial de superar al mercado basándose en un análisis exhaustivo de los fundamentos de las empresas, las condiciones del mercado y las tendencias económicas.
Los fondos de gestión activa son flexibles y se adaptan a las condiciones cambiantes del mercado, por lo que el gestor puede ajustar rápidamente la cartera para aprovechar oportunidades incipientes o evitar riesgos emergentes, creando de este modo una inversión dinámica.
Como ya hemos mencionado, la gestión activa implica la toma de decisiones estratégicas sobre la compra y venta de activos. A continuación, detallamos los principales objetivos de la gestión activa de fondos:
Entre las estrategias de inversión activa más comunes, encontramos varias que destacan por poner el énfasis en un manejo dinámico de los activos.
El análisis de valor (value investing) se centra en identificar y adquirir acciones que están infravaloradas en comparación con su valor intrínseco. Aplicando esta estrategia se busca invertir en empresas que el mercado ha pasado por alto o malinterpretado, con la expectativa de que el precio de sus acciones se recupere con el tiempo.
La estrategia opuesta sería la inversión en crecimiento (growth investing) que se centra en empresas con un alto potencial de crecimiento en ingresos o ganancias que suelen operar en sectores innovadores o emergentes.
La rotación de sector es otra estrategia activa que implica ajustar la cartera entre diferentes sectores económicos en función de las expectativas de rendimiento. Por ejemplo, un gestor podría aumentar la inversión en tecnología y reducirla en energía si prevé un crecimiento más rápido en el sector tecnológico. Esta también está relacionada con el market timing, que intenta prever los movimientos futuros del mercado y ajustar la cartera de manera que puede aumentar la liquidez durante períodos de alta volatilidad o invertir en activos defensivos durante recesiones económicas.
Finalmente, otra de las estrategias más habituales es la búsqueda de patrones que puedan predecir el rendimiento futuro de los activos a través del análisis cuantitativo basado en el uso de modelos matemáticos y estadísticos para analizar grandes volúmenes de datos financieros.
En conjunto, estas estrategias representan distintos métodos mediante los cuales el gestor de fondos de gestión activa intenta superar al mercado y ofrecer rendimientos superiores a sus inversores adaptándose tanto a las situaciones del mercado como a los objetivos individuales del inversor.
Nos encontramos ante una estrategia de inversión que se basa en replicar el rendimiento de un índice de mercado específico. A diferencia de la gestión activa, que implica la selección y ajuste continuo de activos, la gestión pasiva sigue una estrategia de «comprar y mantener» que busca igualar el rendimiento del índice de referencia con costes más bajos.
La gestión pasiva se cimenta sobre los siguientes puntos:
Alineándose con los fundamentos propuestos, algunas de las estrategias más comunes de gestión pasiva son:
La elección entre la gestión activa y pasiva depende de varios factores, incluyendo los objetivos de inversión, la tolerancia al riesgo y las preferencias personales. Ambas tienen sus ventajas y desventajas.
Elegir entre la gestión activa y la gestión pasiva de fondos depende de varios factores que debes considerar cuidadosamente en función de tus objetivos financieros, tolerancia al riesgo y preferencias personales.
Históricamente, muchos fondos pasivos han superado a los fondos activos en términos de rendimiento ajustado al riesgo, especialmente después de considerar los costes. Según el informe SPIVA, más del 80% de los fondos activos no superan el índice de referencia a largo plazo. No obstante, el gestor puede superar al mercado en determinadas condiciones.
En términos de simplicidad y transparencia, la estrategia de replicar un índice hace que sean más sencillos, lo que facilita a los inversores entender exactamente en qué están invirtiendo; son ideales para aquellos que prefieren una estructura de inversión más clara y menos sujeta a cambios frecuentes.
Por su lado, la flexibilidad es una gran ventaja de la gestión activa, ya que el gestor puede ajustar la cartera en respuesta a cambios en las condiciones del mercado.
La tolerancia al riesgo es otro factor que influye en la decisión entre gestión activa y pasiva. Los inversores con una alta tolerancia al riesgo y que buscan oportunidades para obtener mayores rendimientos pueden inclinarse hacia la gestión activa, ya que están dispuestos a asumir más riesgo en busca de posibles retornos superiores.
Finalmente, tus objetivos de inversión son relevantes a la otra de decantarte por una u otra. Si tu objetivo es igualar el rendimiento del mercado de manera eficiente, la gestión pasiva es probablemente la mejor opción mientras que si buscas oportunidades para superar el mercado y estás dispuesto a asumir los riesgos adicionales, la gestión activa puede ser más adecuada. Seguramente, la mejor opción sea usar una combinación de ambas.
Para muchos inversores, la mejor estrategia consiste en una combinación de ambos enfoques, ya que integrar fondos de gestión activa y pasiva en tu cartera puede ofrecer un equilibrio entre rendimiento, costes y flexibilidad.
Evaluar tus objetivos personales, tu tolerancia al riesgo y tus preferencias de inversión te ayudará a decidir cuál es la mejor combinación para tu inversión.
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