Seguramente es la pregunta que muchos padres nos hemos hecho en algún momento y a la que con frecuencia hemos respondido, “no. ¿Cómo vamos a enseñar economía o finanzas a un niño? Primero, es complicadísimo. Segundo, ya tienen demasiadas asignaturas en el colegio y demasiadas actividades adicionales”. Simplemente, creemos que no es el momento, que ya aprenderán cuando sean más mayores. Que enseñar economía exige algo de madurez en los niños, mucho esfuerzo y un conocimiento que muchos de nosotros tampoco tenemos.
Y sin embargo, siempre nos quedamos con la duda. Por ejemplo, cuando vamos por la calle y nuestros hijos nos piden cualquier cosa que han visto en un escaparate o que lleva un niño con el que se acaban de cruzar. “Quiero chuches”. “Cómprame unos cromos, unos rotuladores, un libro, un videojuego…”. La lista sería interminable. Y sobre todo, agotador tratar de convencerles de que no se puede andar comprando todo lo que desean en ese momento inmediato. O por ejemplo, cuando sufrimos una crisis financiera global y nuestros hijos preguntan por qué perdemos nuestros trabajos y si vamos de dejar de comprar cosas. Y nosotros desearíamos que ellos no se equivocaran en sus decisiones económicas como nosotros.
En Tressis nos hemos hecho las mismas preguntas y hemos dado con una respuesta: a los niños no solo se les puede proporcionar una educación financiera adecuada, sino que es positivo para ellos recibirla. Y las razones son varias:
La capacidad de aprendizaje de los niños es superior a la de los adultos, porque no se han expuesto a los hábitos consumistas de los adultos. Estos están más basados en la creación de necesidades que sí o sí deben atender. Los de los niños responden más a caprichos inmediatos que olvidan poco después. Si el niño quiere comprar algo, gastar en algo, responde a la impaciencia del “quiero esto ya y ahora”. Estudios de expertos han mostrado que es positivo enseñar a los niños a controlar esa impaciencia en el gasto, ya que desarrollan capacidades superiores conforme crecen.
Resulta fundamental en las economías de las personas y de las familias saber de qué hablamos cuando hablamos de gasto, de ingreso, de ahorro, de inversión, de déficit o de otros términos financieros. Los expertos indican que cuando los individuos están educados financieramente funcionan mejor en otros ámbitos. Habilidades como la creatividad, la inteligencia emocional y la flexibilidad cognitiva permiten explotar el potencial humano.
Es positivo y posible acercar a los niños a la realidad financiera desde su experiencia personal. Mostrarles qué es el gasto y el ahorro. Que los juguetes que tienen, su ropa, sus libros, sus videojuegos, los instrumentos musicales que tocan… todos esos objetos tienen un precio económico, no se obtienen gratis. Y que el dinero permite comprarlos pero que es un bien escaso. Los padres trabajamos y obtenemos a cambio el dinero con el que compramos las cosas. Hay que enseñarles que también es posible no comprar todo lo que deseamos “ahora mismo” sino que podemos meterlo en una hucha y guardarlo. Y que ese gesto se llama ahorrar. Y que el ahorro también es útil.
Desde los cinco años, o incluso antes, los niños pueden empezar a controlar su economía de una manera divertida y, sobre todo, práctica, acercándoles a conceptos como el control de su dinero de la paga semanal, el ahorro en vez del gasto o el pensar a medio y largo plazo.
Así, los futuros autónomos, emprendedores o profesionales no tendrían que estudiar economía, finanzas, empresariales para saber administrar bien su dinero, entender las noticias económicas o implicarse ellos mismos en decisiones de inversión. Habrán adquirido el criterio suficiente para no dejarse atrapar por las inversiones que dan “millones”. Convertirán el ahorro en inversión y harán crecer su economía familiar.
Como dice la profesora Barbara Oakley, aprender cómo aprender es la herramienta más poderosa que puedes tener. No solo persigas tus pasiones, amplíalas y tu vida se enriquecerá más allá de cualquier medida.