Según el Tesoro de los Estados Unidos, los datos de fin de año de septiembre de 2023 muestran que el déficit para el año completo 2023 fue de 1,7 billones de dólares, 320.000 millones más que el déficit de 2022. Como porcentaje del PIB, el déficit fue del 6,3%, un aumento del 5,4% comparado con el ejercicio 2022. Esto significa que Estados Unidos probablemente registró el peor crecimiento del PIB excluyendo el aumento de la deuda desde 1929, o en otras palabras, que el país se encuentra en una recesión disfrazada por el gasto público endeudado.
Este resultado desastroso demuestra que el mito del multiplicador del sector público no funciona. La administración de Biden aumentó los impuestos, pero los ingresos han caído. Los ingresos fiscales alcanzaron los 4,4 billones de dólares en el ejercicio fiscal 2023 (16.5% del PIB), un 9,3% menos que en 2022 y por debajo de las proyecciones presupuestarias. Según el Tesoro, esta disminución se debe principalmente a 456.000 millones de dólares menos en el impuesto a la renta y 106.000 millones en menores ingresos por parte de la Reserva Federal debido a tipos de interés más altos.
El espejismo de la consolidación fiscal mediante medidas de ingresos ha demostrado, una vez más, que es falso. Unos ingresos fiscales a la baja son una clara indicación de una economía débil. No podemos olvidar que la administración de Biden aumentó los impuestos esperando una cifra de ingresos récord, y sucedió lo contrario.
El gobierno de los Estados Unidos no puede gastar menos del 22,8% del PIB, y ninguna medida de ingresos fiscales puede eliminar el déficit. Aquellos que piensan que subir impuestos a los ricos eliminaría el déficit deberían preguntarse cómo el gobierno recaudaría 1,7 billones de dólares en impuestos adicionales cada año, sin importar cuál sea el crecimiento de la economía.
Con una deuda pública de 33,6 billones de dólares y la propia estimación de la administración del déficit acumulado para 2023-2032, la deuda estatal va a aumentar en 14 billones de dólares. Ninguna medida fiscal puede eliminar ese problema.
Los déficits son siempre un problema de gasto.
La monetización masiva de los gastos gubernamentales ha sido la causa de la inflación. El excesivo crecimiento del dinero creó un problema de inflación persistente que continúa hasta la fecha, incluso con la moderación de los agregados monetarios. Este nivel de inflación se mantiene porque el gobierno continúa consumiendo una cantidad excesiva de unidades de moneda recién creadas, y los flujos de fondos del mercado monetario muestran que la reducción de la base monetaria (M2) puede ser engañosa a la hora de predecir una caída abrupta de la tasa de inflación interanual.
¿Le ayudamos con sus ahorros e inversiones?
Tressis, mejor banca boutique de España en 2021 y 2022.
Premios de Banca Privada otorgados por Citywire.
Tressis, mejor banca boutique de España en 2021 y 2022.
Premios de Banca Privada otorgados por Citywire.
Es imposible creer que una intervención masiva de la Reserva Federal hubiera evitado el aumento del déficit, pero ni siquiera importa. Incluso si el coste de la deuda hubiera sido constante, el déficit habría permanecido por encima de los 1,6 billones de dólares. Incluso si los ingresos fiscales se hubieran ajustado a la estimación del gobierno, el déficit anual habría sido superior a 1,3 billones de dólares.
No es cierto que el déficit signifique mayores reservas para el sector privado y dólares para el mundo. El suministro de dólares estadounidenses para el mundo debería provenir de la inversión productiva y la creación de crédito del sector privado, no de un aumento del tamaño del Estado.
En este entorno, la Reserva Federal debe mantener su política y así lo ha anunciado Jerome Powell. Los mensajes son inequívocos: «La evidencia adicional de una economía fuerte justificaría hacer más subidas de tipos», «mirando atrás, la Fed podría haber hecho menos en la pandemia», «estamos comprometidos con una política restrictiva suficiente», «hay más medidas restrictivas en la recámara» y «los datos de inflación de septiembre son menos prometedores».
Como inversores, debemos entender que todo ello aumenta el efecto aspirador del dólar. El bono de diez años de EE.UU. supera la rentabilidad exigida del 5% y atrae capitales de todo el mundo reduciendo significativamente la demanda de riesgo en mercados emergentes y Europa. La demanda global de dólares sigue aumentando, mientras la demanda de euros cae a niveles de 2011. La desdolarización no se ha dado, y lo que vemos es una caída de demanda del euro, no solo por la ralentización de la economía y reducción del superávit comercial de la eurozona, sino porque los enormes desequilibrios fiscales y monetarios de Estados Unidos son, en comparación, mucho menores que los desequilibrios de las monedas y economías comparables.