Pocas frases tienen tanta longevidad en los mercados financieros como el conocido “Sell in May and go away” (vender en mayo y salir, en español). Esta idea plantea que los meses de verano suelen ofrecer un menor rendimiento en bolsa, por lo que convendría reducir exposición antes del calor y volver con el abrigo. Sin embargo, como sucede con muchos axiomas del mercado, conviene mirar los datos con detenimiento antes de tomar decisiones.
Si repasamos la evolución histórica del S&P 500 desde 1920, observamos que el tramo de mayo a octubre suele ser menos rentable que el de noviembre a abril, pero menos rentable no significa negativo. Un análisis con datos de Bloomberg actualizado a abril de 2025 indica que mayo presenta una rentabilidad media casi nula (0,01%), lo que lo convierte en un mes más bien plano. Más interesante aún es que la rentabilidad de tres meses desde mayo suele ser positiva (mayo-junio-julio), el índice suma un promedio de 2,34%, pero de junio a agosto, el rendimiento mejora hasta un 3,24%.
En ese contexto, julio destaca como el mes más sólido del año con un 1,67% de media, muy por encima de septiembre, tradicionalmente el mes más volátil, con un -1,17%. Por tanto, si hablamos de estacionalidad, quizás el enfoque correcto no sea huir en mayo, sino estar preparados para lo que viene después.
Este mayo, además, llega con un prólogo agitado. En abril, las tensiones comerciales reavivadas por una nueva ola de aranceles impulsada por Trump provocaron movimientos en los mercados. No obstante, el S&P 500 ha mostrado una recuperación notable, acercándose a los 5.900 puntos. A pesar del rebote, el clima comercial sigue siendo incierto, Trump no parará de usar los aranceles como herramienta de negociación. Ya lo vimos con China y ahora lo estamos viviendo con la Unión Europea.
La política monetaria tampoco ayuda a relajar el ambiente. La Reserva Federal decidió mantener los tipos de interés entre el 4,25% y el 4,5% en su última reunión, señalando que la inflación no ha cedido lo suficiente como para justificar recortes. Esto implica un verano sin estímulos monetarios adicionales, al menos por ahora.
En cuanto a los resultados empresariales, alrededor del 95% de las empresas en EE.UU. y el 80% en Europa ya han presentado sus cifras del primer trimestre. Aunque muchas superaron las expectativas en beneficios (8% de sorpresa positiva en EE.UU. y 6% en Europa), el 60% de las empresas europeas logró superar sus ingresos. El impacto de los nuevos aranceles aún no se refleja completamente en las cuentas, ya que estas medidas comenzaron a aplicarse apenas en abril.
En este entorno, puede tener sentido centrarse en sectores con menor exposición a disputas comerciales y con dinámicas de crecimiento más estructurales. No se trata de salir del mercado, sino de redirigir la estrategia con inteligencia.
Para quienes siguen tácticas de muy corto plazo, reducir exposición en mayo puede ser una opción práctica. Pero para el inversor a medio y largo plazo, actuar solo por calendario puede ser más supersticioso que estratégico. Lo más prudente es revisar la diversificación de la cartera, reforzar posiciones defensivas y mantenerse atentos a oportunidades selectivas.
En definitiva, el panorama actual, marcado por la lucha contra la inflación, tensiones comerciales internacionales y valoraciones ajustadas, requiere una gestión activa y bien fundamentada. No se trata de desaparecer del mercado en verano, sino de adaptarse y encontrar valor entre la volatilidad. En lugar de “vender en mayo”, este podría ser un momento ideal para redefinir objetivos, ajustar riesgos y buscar activos con capacidad de resistir —y crecer— en un entorno incierto.
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