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23/01/2024 AUTOR: Daniel Lacalle Estrategias

Un año para aprovechar oportunidades con cautela

El pasado miércoles, 17 de enero, presentamos la estrategia de Tressis para 2024. Consideramos que se debe mantener una política de inversión prudente reconociendo las oportunidades que ofrece un entorno con menos incertidumbre.

 

Ya hemos pasado un año de subidas de tipos y los riesgos geopolíticos suponen un menor nivel de incertidumbre económica ya que conocemos su impacto en la inflación y el crecimiento, aunque la crisis humanitaria no puede olvidarse y debemos recordar a las víctimas.

 

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El gran factor que apoyó la fuerte subida de los activos financieros en la última parte de 2023 fue el fuerte aumento de la liquidez neta en el sistema, y creemos que esta variable volverá a ser la más importante para los inversores en 2024. Lo que en 2023 fue un ejercicio de tres periodos diferenciados, con aumento, caída y posterior alza de la liquidez neta en el sistema, probablemente será similar en 2024, apoyado por unos bancos centrales que mantendrán una política acomodaticia, con inyecciones de liquidez puntuales, aunque pensamos que no bajarán los tipos tanto como espera el mercado.

 

Ante la disyuntiva entre liquidez y tipos de interés, los bancos centrales apostarán por dar suficiente liquidez por encima de bajar varias veces los tipos, que no es tan eficiente en un entorno de inflación subyacente elevada.

 

El crecimiento global se ralentizará en 2024 si atendemos a los indicadores adelantados que publica la OCDE, aunque lejos de una crisis.

 

India y China vuelven a ser las economías que lideran el crecimiento mundial, mientras que la eurozona y Latinoamérica crecerán menos que sus comparables. A pesar del fuerte crecimiento de China, no podemos olvidar el importante efecto negativo de los problemas en el sector inmobiliario y de construcción, que no se han solventado.

 

No podemos olvidar un factor importante, ya que 2024 es un año electoral en gran parte del mundo y especialmente en EE.UU. En año electoral no podemos esperar una reducción del gasto público y, por lo tanto, la deuda soberana continuará aumentando y supondrá un lastre para el crecimiento potencial. Además de los titulares políticos, en año electoral en EE.UU. no podemos esperar grandes cambios de política monetaria.

 

Estimamos que la demanda de dólares global continuará subiendo, mientras que la oferta es limitada y que el entorno sea favorable para los activos denominados en dólares. En nuestras estimaciones, el mundo tiene una escasez de dólares de unos 17 billones en 2024. Es por ello por lo que mantenemos la cautela ante un año donde las monedas de países emergentes pueden sufrir importantes depreciaciones y, en el mejor caso, elevada volatilidad.

 

Ante un entorno de bajadas de tipos, aunque sean menos de las que espera el mercado, creemos que se generan buenas oportunidades en renta fija de calidad, especialmente en bonos corporativos de empresas de alto valor añadido y con márgenes sólidos y de estados con solvencia y credibilidad.

 

El impacto de los conflictos geopolíticos a nivel macroeconómico ha sido significativo, pero no ha generado una crisis, y la ralentización global evita que se cree una gran inflación en los precios de las materias primas. Las materias primas, especialmente el petróleo, se encuentran en periodo de desinflación, y no consideramos que el precio vaya a aumentar de manera significativa en una economía todavía débil. En el caso de darse un cambio de tendencia de precios sería probablemente a corto plazo y no estructural.

 

Aunque no se pueden descartar recesiones técnicas, el elevado nivel de gasto público y la liquidez de los bancos centrales evitan una crisis, pero a la vez refuerzan el escenario de riesgo de estancamiento económico y baja productividad. El gasto público puede disfrazar una recesión del sector privado en unas economías desarrolladas que ya llevan un año de contracción severa del sector manufacturero y debilidad del sector privado en términos reales, pero a la vez empeora la capacidad de la economía de crecer de manera sólida y productiva. El gasto público disfraza la recesión a corto plazo, pero garantiza el estancamiento ya que supone más impuestos, menos crecimiento y más inflación en el futuro.

 

El efecto retardo de las subidas de tipos se manifestará en 2024 y 2025, que son los años en los que se concentra la llamada “muralla de vencimientos” en la que Estados Unidos tendrá que refinanciar más de 7 billones de dólares y los mercados, por lo tanto, tendrán menos expansión de liquidez, aunque la Reserva Federal y el BCE mantengan políticas acomodaticias, como hemos explicado.

 

Aunque el mundo contará con una Reserva Federal dispuesta a actuar, la fuerte absorción de liquidez que suponen los vencimiento de deuda federal en EE.UU. pueden llevar a un entorno de riesgo de debilidad para las monedas que no son el dólar y que probablemente siga favoreciendo los activos no correlacionados a la renta fija y variable, como el oro y los metales preciosos, incluso el bitcoin, sin olvidar su elevada volatilidad.

 

Los problemas del sector inmobiliario en China y de la guerra de Ucrania continuarán en 2024, ya que son retos de medio plazo, por lo que no podemos esperar un fuerte impulso del comercio.

 

Elevada liquidez y mayor consumo de nuevas unidades monetarias por parte de los estados en un año electoral significa que 2024 será un año de mayor destrucción monetaria, similar a 2023.

 

La pérdida de poder adquisitivo de las monedas continuará con una inflación global que estimamos se moverá entre el 3,5% y el 4%.

 

La postura acomodaticia de los bancos centrales, la solidez de los balances de los emisores de calidad y la mayor visibilidad en márgenes y beneficios de las empresas nos indican que será un año en el que invertir con cautela y estando muy pendientes de la calidad de los beneficios empresariales, pero con oportunidades para crear carteras de largo plazo atendiendo a las tendencias de largo plazo que siempre recordamos: tecnología disruptiva con beneficios, infraestructuras, sostenibilidad y cambio demográfico.

 

 

Daniel Lacalle
Economista Jefe

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