La decisión de la Reserva Federal de bajar los tipos cincuenta puntos básicos no ha sido el principio del proceso de suavizar la política monetaria. No olvidemos que, en junio, el banco central norteamericano ya anunció que reduciría el ritmo de reducción del balance, un movimiento que claramente indicaba una política mucho más laxa. De hecho, el índice de condiciones financieras se situaba a mediados de septiembre en el nivel más expansivo en más de un año.
El proceso de bajada de tipos no está justificado por el mercado laboral o la inflación. El último dato de inflación subyacente de Estados Unidos es 3,2 %, y el de IPC titular es 2,5 %. La inflación de servicios y alojamiento supera el 4%. Por lo tanto, no hay una justificación para bajar tipos de manera tan rápida. Tampoco lo justifica el mercado laboral. El desempleo se sitúa en el 4,2% y la creación de empleo mensual se mantiene en un sólido nivel de 142.000 puestos de trabajo en agosto. Es cierto que la oficina de estadísticas laborales ha revisado a la baja las cifras de manera retroactiva y que el ritmo de creación de empleo no es tan fuerte como en 2023, pero eso no justifica una bajada de tipos porque la Reserva Federal sabe que las empresas no van a contratar a más trabajadores a cargo de deuda, especialmente cuando el endeudamiento familiar y empresarial ha subido significativamente en el último año.
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El gran reto de la Reserva Federal es conseguir que esta bajada de tipos no se convierta en una excusa para que el gobierno aumente todavía más la deuda, tras un año en el que la deuda emitida por el estado federal ha aumentado a un récord de 35 billones de dólares; el déficit superará los dos billones de dólares y el coste de la deuda ya casi es superior al gasto anual en defensa.
Para el inversor, la bajada de tipos debe ser una oportunidad. Significa que la política de los bancos centrales prioriza la liquidez a la lucha contra la inflación y refleja a la vez que la economía ha entrado en un periodo de estancamiento y ralentización. Los bancos centrales no bajan los tipos si no perciben que la economía es realmente sólida.
El oro descuenta la pérdida de poder adquisitivo de la moneda, y la debilidad de las materias primas, como el petróleo, demuestra la debilidad del sector manufacturero y la parte más cíclica de la economía. Todo ello nos señala un entorno que será positivo para los activos de riesgo con mirada a largo plazo, donde la represión financiera mantendrá los bonos de alta rentabilidad en el radar de los inversores, y que merece la pena protegerse contra la pérdida de poder adquisitivo de las monedas. La renta variable también ofrece una oportunidad, especialmente la norteamericana. Los bancos centrales entran en la senda de bajada de tipos, con el nivel de gasto público creciendo y en medio de un periodo de elecciones en más de setenta países. A medio y largo plazo, debemos invertir con cautela y prestando atención a la volatilidad. El entorno monetario apoya claramente a la inversión.