El acuerdo del brexit anunciado por Theresa May se ha recibido con mucha cautela, y con razón. La libra no subía, y los valores más expuestos al comercio con la Unión Europea del selectivo británico no reflejaban una actividad compradora especialmente relevante.
No es de extrañar. El acuerdo ha sido criticado agresivamente por varios líderes conservadores por ser “un acuerdo de vasallaje” (Boris Johnson) y “un fracaso de negociación y de brexit” (Jacob Rees-Mogg), y es muy probable que en el propio partido conservador haya muchos parlamentarios que lo rechacen cuando se vote en la cámara. También ha sido criticado por los laboristas y liberal-demócratas.
¿Qué podemos esperar? Probablemente sea rechazado en el Parlamento, pero al menos supone una base sobre la que mejorar. Este acuerdo, según reconoce el Independent, da “control total” a la Unión Europea y, por lo tanto, es difícil que salga adelante.
Estamos en un proceso de negociación y se llegará a un acuerdo. No va a ser igual al que hoy se ha presentado, y por lo tanto, no es un catalizador accionable en los mercados. La libra ya descuenta el peor escenario del brexit, pero eso no significa que debamos pensar en una enorme apreciación, porque la política del Banco de Inglaterra sigue siendo negativa para la libra. Solo podríamos pensar en una importante revalorización ante un acuerdo que fuera claramente positivo para ambas partes. Tardará.
La bolsa británica está muy expuesta a los sectores energéticos y exportadores y, por lo tanto, depende más de lo que pase con las materias primas y la economía global. Y nos encontramos con el efecto desinflacionista de la caída del petróleo y la ralentización del crecimiento global. La bolsa británica tiene un factor atractivo que la diferencia de otras bolsas europeas. Sus empresas son muy atractivas como objeto de adquisición. Uno de los factores positivos que podemos valorar a la hora de invertir es que, haya brexit a corto plazo o no, muchas de esas empresas serán objeto de oferta pública para tener acceso a un mercado abierto, de bajos impuestos y con diversificación global. Ya ocurrió en el pasado y probablemente se repita.
Pero la bolsa británica es también muy dependiente del petróleo y las materias primas.
La caída del petróleo a niveles de hace doce meses se explica por tres factores. Uno, el exceso de oferta a pesar de los recortes de producción de la OPEP. El propio ministro de energía ruso vaticinaba un exceso de oferta en 2019 de casi un millón de barriles al día. Segundo, los recortes de la OPEP han causado una respuesta del resto del mundo muy rápida y agresiva. Estados Unidos ya produce 11,6 millones de barriles al día y supera a Arabia Saudí y Rusia. Tercero, esa equivocada política de intentar inflar los precios manipulando la oferta se ha encontrado con la publicación de excepciones a las sanciones a Irán por parte de Estados Unidos. En un mes, los mismos productores de petróleo que se frotaban las manos pensando que iban a manipular el precio hasta $100 el barril se han encontrado con el precio a mínimos de casi un año. Por manipular.
El problema del petróleo es doble. Por un lado ha entrado en bear market y saltan los margin calls para muchos inversores y por otra ha entrado en contango, mientras la curva a largo plazo perdía más de 5 dólares por barril en todo el tramo de la misma.
No solo es el petróleo. El cobre y otras materias primas ligadas al crecimiento económico están mostrando la realidad de la ralentización global, las dificultades económicas de China y el empeoramiento de los indicadores adelantados en la eurozona.
Por lo tanto, debemos ser cautelosos con los sectores cíclicos. Si hay una parte del sector energético que merece mirarse esa es la de los grandes grupos que están mejorando su caja y sus márgenes.
No debemos ignorar el riesgo de esa ralentización global a la hora de analizar oportunidades. Porque no podemos olvidar que la gran mayoría del consensos apostaba por aumentos de inflación y crecimiento sincronizado y esas estimaciones están claramente equivocadas. Un entorno de ralentización global y desinflación suele generar oportunidades en las grandes petroleras integradas, sobre todo las norteamericanas, que son las mejor preparadas para acometer un cambio de ciclo.
Prestemos atención al petróleo, al cobre y a otras materias primas que muestren la evidencia de un crecimiento mucho más pobre y menos robusto de lo que nos han intentado vender en el pasado año.