Seguimos inmersos en los números rojos bursátiles. Pese a que ayer parecía que los índices europeos terminarían el día en positivo, la sesión de Wall Street condicionó lo suficiente para que sean ya cinco las sesiones consecutivas de caídas.
El que se salvaba, como siempre y por no variar, era el Nasdaq, que cerraba el miércoles con un tímido avance (pero avance al fin y al cabo) del 0,17%.
Los inversores siguen descontando el impacto que la expansión a nivel global del coronavirus va a tener sobre el crecimiento. Pero es que, de las que están expuestas, ya son bastantes compañías las que han avisado del deterioro de sus resultados por este tema, y las que no lo han hecho todavía, no creo que tarden mucho más.
Parece que el día a día gira solo alrededor de nuestro querido (y ya con nacionalidad española) COVID-19, pero en Estados Unidos la carrera presidencial sigue su curso. El sábado se celebran las primarias demócratas en Carolina del Sur y ahí están Sanders, Biden, Bloomberg, Warren o Buttigieg peleando, ajenos a que Trump ha insinuado que las caídas en los parqués son provocadas por el miedo a los demócratas.
Además, los bancos centrales japonés, inglés y europeo se pronuncian a lo largo del día. En Tokio (por eso del cambio horario) ya sabemos que en principio no modificarán su política monetaria, que ya es suficientemente acomodaticia y no creen que necesiten más estímulos. Veremos cuáles son las impresiones desde Londres y Fráncfort, pero, en nuestro caso particular, tampoco es que tengamos todas las armas del mundo disponibles. ¿Qué tipo de inyección nos haría más efecto? ¿La del BCE o la del virus? Mis dudas tengo, abro debate.
Buen jueves.
Llámanos 
