La volatilidad repuntó ayer un poco. Pero tampoco nos asustemos, que estos niveles siguen siendo reducidos para lo que tradicionalmente han mostrado los mercados. La verdad es que los inversores decidieron ser catastrofistas con los datos de actividad manufacturera y asimilarlos como si una recesión global fuese inminente. Para ser justos debemos decir que, en Estados Unidos, la revisión a la baja de la creación de empleo del mes pasado, junto con el mal dato del presente período, por debajo de lo esperado, también contribuyó. El deterioro macroeconómico es evidente, pero el resultado de la actividad del sector servicios, que en las economías desarrolladas representa cerca del 80% del crecimiento, será el que nos confirme o desmienta el reciente miedo de caída a los infiernos.
Es así como se explican los números rojos que nos ha regalado el principio de octubre. Porque en la esfera política no hay nada nuevo. Los aranceles que Estados Unidos le impondrá a Europa por las subvenciones a Airbus ya se descontaron la semana pasada cuando la Organización Mundial de Comercial dio su visto bueno. Y con respecto a China no hay novedades.
Y el brexit sigue siendo tan caótico como solo el brexit puede ser. Boris Johnson continúa empeñado en que la Unión Europea acepte su nueva cláusula con respecto a Irlanda, siendo la opción B una salida dura del proyecto. Pero con el Parlamento británico en su contra, quizá ese plan alternativo sea más bien unas nuevas elecciones con su cabeza en juego.
Buen día.
Llámanos 
