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23/08/2022 AUTOR: Daniel Lacalle Estrategias

Las materias primas, cara y cruz.

En los últimos tres meses, los precios de las materias primas han caído de manera generalizada desde los máximos registrados en marzo. El índice de materias primas de Bloomberg ha corregido casi un 8,5% por la débil demanda de China en el primer semestre y la preocupación por una recesión en Europa.

 

Las caídas en las materias primas industriales como aluminio, cobre, níquel y mineral de hierro han sido del 14% al 22% en tres meses. Esta corrección se ha extendido a las materias primas agrícolas. El trigo ha corregido más de un 30% a pesar de los problemas de suministro de Ucrania y Rusia, y el maíz más de un 17%.

 

Otro factor de alivio ha sido la caída del índice de precios de fletes de carga seca, que ha caído un 77% desde máximos de septiembre y a cierre de este artículo se encuentra en negativo en el año.

 

Bajan los precios de las materias primas y de los fletes, pero en muchos casos no lo suficiente.

 

La corrección en las materias primas por el efecto estacional y la ralentización de China debería haber sido mucho mayor y el riesgo de un impacto grave de cara al invierno, sobre todo en las materias primas energéticas, es relevante.

 

El mercado ha analizado positivamente esta corrección como una señal de bajada de precios y moderación de la inflación, aunque los datos de marzo a julio han reflejado una inflación persistente y creciente tanto en EE.UU. como en la eurozona. El consenso ya habla de “pico de inflación” y esto, añadido a una política más laxa de los bancos centrales, ha reforzado un sano rally de verano que ha apoyado a todos los activos de riesgo.

 

El reto de cara al invierno es doble. La demanda se está recuperando y la oferta sigue con problemas relevantes.

 

Reunión con Tressis

 

En el caso del petróleo, la expectativa de crecimiento de la demanda puede estar debilitándose, pero el equilibrio entre la oferta y la demanda mundial sigue siendo ajustado y los años de inversión insuficiente pueden hacer que los precios del petróleo se mantengan elevados durante más tiempo.

 

La OPEP recortó su pronóstico de crecimiento de la demanda mundial de petróleo para 2022 por tercera vez desde abril y espera que la demanda de petróleo para 2022 aumente en 3,1 mb/d (millones de barriles al día), o 3,2%, 260.000 bpd (barriles por día) menos que su pronóstico anterior.

 

El crecimiento de la demanda mundial de petróleo en 2022 se revisa a la baja, pero aún muestra un equilibrio ajustado entre la oferta y la demanda con una creciente dependencia del crudo de la OPEP y un crecimiento de 3,1 mb/d en el consumo, incluida «la tendencia observada recientemente de quemar más crudo en la generación de energía». (Informe mensual del petróleo de la OPEP).

 

Es probable que la demanda mundial de petróleo alcance un promedio de 102,7 mb/d para 2023. Sin embargo, es probable que la producción fuera de la OPEP se mantenga estable en 67,5 mb/d y la mayor parte del crecimiento provenga de EE.UU., Noruega, Brasil y Canadá. Esto significa que el mundo tendrá una mayor necesidad de petróleo de los países OPEP.

 

En gas natural el entorno es más preocupante. La demanda mundial de gas natural aumentará a más de 4.000 bcm (miles de millones de metros cúbicos) con una restricción regulatoria y medioambiental a la producción que limita la capacidad de atender las necesidades de consumo. La disponibilidad de barcos de gas natural licuado es mínima, con el 97% de la flota ya contratada, y la capacidad de licuación global es de 550 bcm, muy poco para un mercado que va a tener un aumento de demanda de unos 140 bcm entre 2021 y 2025, liderado por China. El aumento de producción estimado de Estados Unidos y Canadá no alcanza a suplir las necesidades de consumo de Europa, que superan los 400 bcm, y mucho menos si se intenta eliminar la importación de gas ruso (150 bcm).

 

China, el mayor consumidor e importador de materias primas y la economía que más supone en el total de crecimiento de la demanda, se enfrenta a los desafíos geopolíticos y de suministro apostando por todas las tecnologías sin despreciar ninguna fuente de energía. Ha aumentado su producción e importaciones de carbón más de un 16% en julio para atender la demanda y tiene en proyecto más de 150 reactores nucleares en los próximos 15 años.

 

El cuello de botella en materias primas es doble. Regulatorio y de capital. La inversión en desarrollo de petróleo y gas ha caído de 740.000 millones de dólares en 2015 a una media de 350.000 millones en 2021, según Morgan Stanley. La inversión insuficiente en desarrollo y exploración en energía puede ser un problema importante de cara a un invierno complejo. Según Deloitte hay un déficit de financiación de 2 billones de dólares en la industria si se consideran las necesidades para equilibrar el sistema.

 

Durante los últimos cinco años, la mayoría de las empresas energéticas y alimentarias mundiales han tenido que recortar sus inversiones, en algunos casos en más del 50%, impulsadas por el activismo medioambiental, la presión normativa y política, así como por un menor acceso al crédito. Los bancos han limitado la financiación de agricultura y energías fósiles debido a presiones políticas.

 

Sin embargo, limitar el acceso a capital al mundo de la agricultura y energía tradicional en los países desarrollados ha creado más cuellos de botella y un menor respeto por el medio ambiente, ya que la mayor parte de la inversión y el crecimiento de la producción se han trasladado a países con estándares medioambientales más bajos y dirigidos por compañías estatales. Es por ello que la transición energética que todos apoyamos debe hacerse teniendo en cuenta la seguridad de suministro, las necesidades reales y la capacidad de sustitución tecnológica real, con una visión industrial y realista que no desplace producción a países con menores garantías de calidad y respeto al medioambiente.

 

En este escenario, no es probable que los bancos centrales cambien su senda de normalización y lo positivo de ello es que el mercado ya lo ha descontado y los operadores son conscientes de que la política monetaria, aunque se suban algo los tipos, sigue siendo extremadamente acomodaticia. Por eso las bolsas han reaccionado bien en verano.

 

Es probable que, en invierno, al recuperarse la demanda estacional e incluso si hay una recesión económica en Europa, aumente la demanda de materias primas agrícolas y energéticas y que los retos de suministro mantengan los precios elevados. Conviene prestar atención a la presión inflacionista que se puede dar en esas circunstancias.

 

Daniel Lacalle
Economista Jefe

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