Por fin podemos decirlo. El cambio se está produciendo y, aunque lo haga despacio, es imparable. La mujer está tomando cada vez más protagonismo en todos los ámbitos de la sociedad: cultural, político, empresarial y económico, artístico… Conforme más jóvenes somos las mujeres, más reivindicamos nuestra posición igualitaria y de autonomía en la sociedad.
Una consecuencia directa de esta autonomía es la independencia económica. Trabajamos, obtenemos un salario por nuestro trabajo y queremos gestionarlo a nuestra manera. Además, tenemos un mayor peso en la toma de decisiones de la economía familiar. Llegados a este punto, hemos de considerar dos elementos fundamentales que confluyen: qué es prioritario para la mujer en la gestión de la economía propia y familiar, y cuál es su nivel de ingresos para optimizar sus decisiones de ahorro e inversión. No se trata de acumular más, sino de identificar oportunamente cuáles son nuestros proyectos familiares y vitales, y cómo invertir nuestro ahorro para garantizar esas necesidades al máximo.
En este sentido, EFPA (Asociación Europea de Planificación Financiera) ha llevado a cabo recientemente una encuesta entre asesores certificados en España para saber qué es importante para la mujer. El 40% de los encuestados señala la educación de los hijos a la cabeza del ranking en preocupación económica. Un 21% considera que es la independencia financiera lo que preocupa a las mujeres. Un 18% lo asocia a la compra de una vivienda. Por último, un 12% cree que la mujer se preocupa mayoritariamente de su jubilación.
Otro de los datos interesantes es qué papel principal se le otorga a la mujer en la toma de decisiones dentro de la familia. El 56% de los asesores encuestados consideran que la mujer es la persona que lleva el peso de las decisiones financieras en la familia. Solo un 15% cree que ellas delegan sus decisiones en otro. De este 15%, un 37% considera que esto se debe a la ausencia de interés en los temas financieros, mientras que un 27% cree que se debe a su falta de cultura financiera. Un 20% considera que las mujeres aún ven las finanzas como un “universo masculino”. Sea como sea, el interés de la mujer por implicarse en las decisiones de ahorro e inversión para asegurar el futuro es real.
Ahora bien, hay más cosas a tener en cuenta. Porque otro dato real es que sigue existiendo una brecha salarial entre las mujeres y los hombres pese a algunos esfuerzos. La diferencia entre el salario bruto medio por hora que ganan los hombres y las mujeres se sitúa en el 14,2%, según datos proporcionados por Eurostat. (En Europa la brecha es mayor, con una diferencia salarial del 16,2%). Tampoco los datos respecto a quién ocupa los puestos directivos son muy alentadores. Solo un 37% de mujeres ocupan estos puestos. Nos queda trayecto por recorrer. Y elaborar un plan financiero para asegurar el futuro resulta más complicado cuando partimos de una base menor. Por otro lado, la esperanza de vida de las mujeres en España alcanza los 85 años.
En resumen, la mujer se implica cada vez más en la gestión financiera, gana menos dinero que el hombre y es más longeva. Este escenario nos obliga a planificar más eficientemente nuestro futuro para cubrir nuestras necesidades propias y familiares sin preocupaciones. Por otro lado, está demostrado que en general tenemos un perfil de riesgo distinto al hombre. Somos más adversas al riesgo, queremos asegurar mejor y a más largo plazo nuestros ahorros.
Con estos datos encima de la mesa no podemos mirar para otro lado: es imprescindible un buen modelo de planificación financiera.
¿De cuánto dinero disponemos hoy? ¿Qué queremos? ¿Qué riesgo estamos dispuestas a asumir? ¿Qué plazos de inversión son los más adecuados a nuestros objetivos y necesidades? Asegurarnos un futuro financiero sin sobresaltos depende de nosotras y de las decisiones que tomemos hoy.