La semana que hoy arranca lo hace casi de la misma manera de como terminó la anterior…
Y la anterior de la anterior y… Repitiéndose los pasos de la historia interminable, cuando parecía que EE.UU. y China estaban acercando posturas para terminar con el conflicto de las tarifas, salió de nuevo Trump en los medios para bombardear la diplomacia con la amenaza de aplicar para ya aranceles sobre 200.000 millones de dólares de importaciones chinas.
A pesar de ello y como sucede con todo lo que se repite y se repite y se vuelve a repetir, el mercado parece estar más acostumbrado al intercambio de mensajes, positivos y negativos por igual. O al menos así es como se pueden interpretar las subidas en rentabilidad de los bonos soberanos de EE.UU. y Alemania esta misma mañana, rondando el 3% el Treasury y el medio punto el Bund.
Claro que para comprender dicha «tranquilización», hay que recordar que también el Gobierno de Italia está enseñando ahora una cara más moderada y cumplidora, susceptible, eso sí, del cambio súbito. Y por supuesto que hay que incluir aquí también el menor ruido de todo el bloque emergente. El único apunte novedoso de este último es Rusia, donde el banco central se ha unido a otros que están subiendo tipos, pero en este caso no para defender la moneda, sino para contener la presión vía precios que está experimentando el país.
La evolución económica estadounidense es otro factor a tener en cuenta, pues no se puede decir exactamente lo mismo de otros, como, por ejemplo, Europa. La última tacada de indicadores, publicados el viernes, atestiguan que la actividad real sigue siendo sólida en EE.UU., pues el peor de los datos que salió, el de las ventas minoristas, es cierto que quedó por debajo de lo esperado y en el nivel más bajo en seis meses, lo que no quita que siguiera mostrando un crecimiento de una décima. Pero si existen dudas, la confianza del consumidor (Universidad de Michigan) y la producción industrial fueron buenas, además de serlo en segmentos diferenciados.
Buen día.
Llámanos 
