Otra vez más las bolsas demostraron ayer la facilidad con la que pueden perder fuelle en estos momentos. Culpable de esta situación no está siendo otro factor que la geopolítica internacional, porque si al menos nos fijamos en días como el de ayer, ni hubo publicación de indicadores económicos relevantes ni tampoco fue el día de los resultados de las compañías.
Desde una perspectiva global, el caso Khashoggi sigue dando mucho que hablar, yendo de la exigencia de una aclaración convincente (que busca limpiar la imagen del heredero saudí) a la presión en territorio europeo de paralizar la venta de armas al reino, como si cualquier incumplimiento de un contrato fuera lo más fácil y siempre acertado. Pero es que además, este caso, que por siniestro ha acaparado toda la atención mediática, ha restado importancia al querer salirse EEUU del pacto de desnuclearización, que quizás debería tener algo más de notoriedad por la posibilidad que tiene de sumar algo de ruido a un escenario internacional ya complejo.
Pasando a la perspectiva ahora regional, los europeos somos increíblemente capaces de superarnos por difícil que parezca. Ayer quise un brexit orgulloso de mis islas, pero hoy ya casi que prefiero darme otro año por eso de que no sé si estoy muy seguro de lo que pretendo. Luego la dirección de Italia, donde no quiero aprender de los problemas que hemos atravesado recientemente y por todo lo que haga falta que estoy dispuesto a poner en peligro la estabilidad financiera del país al que digo gobernar. También España, aún sin presupuestos ni tener muy claro qué voy a aprobar ni con quién… Y la historia siempre se resiste.
Buen día.
Llámanos 
