Las autoridades chinas se han propuesto centrar la atención de los inversores, ahora que parecía que podíamos tener una semana más o menos «tranquila». En los últimos días Pekín ha prohibido las clases particulares con fines de lucro, lo que ha supuesto una debacle para el sector de la educación; ha ordenado a Tencent que renuncie a los derechos de música exclusivos, por violar las leyes antimonoplio, y ha aumentado el tipo de los préstamos hipotecarios para compradores de primera vivienda, intentando frenar el sobrecalentamiento del sector inmobiliario. Si a esto le sumamos la polémica con Didi y Ant Group, se complica la inversión en la segunda mayor potencia del mundo. Qué tiempos cuando Trump nos daba una de cal y otra de arena, Xi Jimping es más de una de cal y otra de cemento. Por poner un ejemplo, el Nasdaq Golden Dragon China Index, compuesto por empresas chinas cuyas acciones cotizan en Estados Unidos (Alibaba, Baidu, JD.com, Petrochina…), ha retrocedido más del 40% desde febrero:
En Europa, crece la preocupación por las cadenas de suministro y las infecciones por coronavirus. O, al menos, eso es lo que dijo ayer el instituto Ifo de Alemania, cuyo índice de clima empresarial cayó a 100,8, cuando se esperaba 102,1. Casi el 64% de las empresas industriales hablan de escasez de materiales. A ver si es que esto de los cuellos de botella, las materias primas e inflación está sobrepasando la delgada línea de la transitoriedad.
Mientras tanto, la temporada de resultados sigue su curso y esta semana publican cifras trimestrales 174 compañías en el S&P 500. Entre ellas, Alphabet, Apple, Microsoft, Amazon, Thermo Fisher, McDonald’s, Pfizer, Comcast o American Tower. Un empacho en toda regla. Por el momento, casi 9 de cada 10 empresas estadounidenses están logrando batir las estimaciones de ventas y beneficios, una buena noticia que aleja los fantasmas de valoraciones ajustadas.
Feliz martes.
Llámanos 
