A medida que las relaciones comerciales tienden a normalizarse, las tensiones geopolíticas se han convertido en el principal foco de atención de los mercados. En paralelo, los indicadores macroeconómicos intentan sostenerse en un contexto particularmente exigente. La semana pasada ofreció un claro ejemplo de esta compleja coyuntura.
Las sesiones del lunes y el martes estuvieron marcadas por las reuniones que mantuvieron China y Estados Unidos para limar asperezas en materia arancelaria. Como consecuencia de ello, los volúmenes de contratación y las variaciones de las referencias bursátiles fueron mínimas. Como viene siendo habitual, Donald Trump dio unas pinceladas del principio de acuerdo: China suministrará tierras raras y minerales estratégicos a EE.UU. e impondrá un arancel único del 10%. Por su parte, la Administración estadounidense hará lo propio con un tipo del 55% (10% de gravamen al comercio, 20% por tráfico de fentanilo y 25% por otras medidas ya en vigor).
La Fed de Atlanta revisó al alza su estimación de crecimiento del PIB estadounidense para el segundo trimestre hasta el 3,8%. Esto dejaría la expansión económica del país en torno al 2,2%. Esta última cifra está alineada con las últimas actualizaciones de diversas agencias como el Fondo Monetario Internacional, la OCDE o el Banco Mundial. De hecho, este último rebajó en cuatro décimas su previsión de crecimiento global para 2025, hasta el 2,3%.
En cuanto a la evolución de los precios, el IPC subyacente se moderó una décima hasta el 2,8%, mientras que la lectura general se situó en el 2,4%, una décima por debajo de las estimaciones (2,5%), aunque reflejó un leve repunte respecto al dato de abril (2,3%). Asimismo, los precios pagados a la producción (IPP) mostraron una aceleración de tres décimas hasta situarse en el 0,1% desde el -0,2%, pero lejos del 0,3% estimado.
Las renovaciones de subsidios por desempleo ascendieron a 1.950.000, superando tanto las previsiones (1.910.000) como las solicitudes de subsidio, que aumentan hasta 248.000, por encima de las 242.000 esperadas.
Por si fuese poco, la confianza de los ciudadanos estadounidenses sobre la situación económica tanto actual (63,7 vs. 59,3) como la futura (58,4 vs. 49,7) ha mejorado sustancialmente. Además, estos perciben una menor presión inflacionista a corto plazo (5,1% vs. 6,4%), a pesar de que a medio plazo (4,1%) son más cautos y no prevén variaciones respecto al dato anterior. Esa es la lectura que se puede extraer de las publicaciones de la Universidad de Michigan en cuanto a la evolución de la economía norteamericana.
En Europa parece que el problema de la inflación es cosa del pasado. El IPC de mayo en Alemania se situó en el 2,1%, con un incrementó mensual del 0,1%, mientras que, en España, los precios se expandieron un 2% anualizado, con la lectura subyacente situándose en el 2,2%. La nota negativa la puso la contracción de la producción industrial de la zona euro, que fue del 2,4% cuando se estimaba un 1,6%. Este podría ser el motivo por el cual no hay consenso dentro del seno del BCE en cuanto a los siguientes pasos a seguir en materia de tipos de interés.
La agencia S&P Global ha reafirmado la calificación crediticia de Alemania en AAA. En su análisis, la entidad prevé que la economía alemana crecerá en términos reales un 1,5% anual entre 2026 y 2028, impulsada, en parte, por un incremento en el endeudamiento público. Como consecuencia, se estima que el déficit fiscal podría alcanzar el 3,5% del PIB en 2027, una cifra notablemente elevada para los estándares del país. No obstante, este deterioro fiscal se vería compensado por la sólida posición externa de Alemania, reflejada en su balanza comercial positiva frente al resto del mundo.
El creciente deterioro en las relaciones entre Israel e Irán ha generado una escalada de tensión que, hasta el momento, ha beneficiado principalmente al precio del petróleo (Brent), que registró un incremento superior al 11% durante la semana. En contraste, el oro se situó en niveles de 3.430 dólares por onza y el precio del bitcoin se mantiene estable por encima de los 105.000 dólares.
Los números rojos predominaron en los parqués globales con la excepción de los asiáticos –Nikkei 225 (0,25%) y Hang Seng (0,42%)- y del FTSE 100 (0,14%). En Europa, los retrocesos estuvieron liderados por el DAX (-3,24%), seguido por el FTSE MIB (-2,86%), el Ibex 35 (-2,37%) y el Euro Stoxx 50 (-2,57%). En Estados Unidos, las ventas también fueron la tónica con recortes del 0,39% para el S&P 500, del 0,63% el Nasdaq y del 1,32% para el Dow Jones. Además, el euro se apreció un 1,30% respecto al dólar y, puntualmente, alcanzó la cota del 1,16.
La deuda soberana actuó como activo refugio. Tanto las emisiones alemanas como las estadounidenses registraron una caída en la rentabilidad ofrecida a lo largo de todos los tramos de la curva, con descensos relativamente homogéneos: entre 3 y 4 puntos básicos en el caso de Alemania y entre 9 y 10 p.b. en el de Estados Unidos. Por otro lado, la prima de riesgo asociada a la deuda privada —el diferencial de crédito— se amplió en todos los segmentos del mercado crediticio.
Finalmente, la atención de los inversores se centrará en la reunión de la Reserva Federal (Fed) del próximo miércoles, así como en la evolución de los conflictos geopolíticos en Oriente Medio. En este contexto, la cumbre del G7 que se celebrará en Canadá entre el lunes y el martes podría representar una oportunidad clave para impulsar avances hacia un posible acuerdo de paz entre Israel e Irán, además de abordar las crecientes restricciones al comercio internacional. En el plano macroeconómico, se publicarán datos relevantes como el IPC de la eurozona correspondiente al mes de mayo, así como las cifras de ventas minoristas y producción industrial del mismo mes en Estados Unidos.
Feliz semana.