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09/07/2019 AUTOR: José Miguel Maté Salgado Responsabilidad Social Corporativa

Una de las diez carreras más duras del mundo en bici de montaña

El resumen podría ser tan corto como “hemos atravesado los Pirineos de este a oeste en bicicleta de montaña, cerca de 800 km recorridos con casi 20.000 metros de desnivel acumulado y acompañando a cinco deportistas con discapacidad intelectual”.

Este titular sería suficiente para ganarnos el respeto de cualquier deportista con unas mínimas nociones sobre pruebas de bici, además de calificarnos como “chalados”, ya que ninguno de los que formamos el equipo somos profesionales. Pero lo vivido supera con creces el reto deportivo. Lo extremo de la prueba —una de las diez más duras del mundo en bici de montaña— ha quedado eclipsado por la belleza de una causa abrazada con fuerza por un grupo heterogéneo de más de cincuenta personas que han formado un equipo o, mejor dicho, una familia, desde la salida en Roses hasta la meta en Hondarribia.

Los protagonistas del reto han sido cinco deportistas y dos voluntarios con discapacidad intelectual vinculados a la Fundación A la Par. Su objetivo: participar en la Transpyr para dar visibilidad al deporte inclusivo. Para ello debían completar por relevos los 800 kilómetros. Sobre el papel, un reto imposible para gente sin una preparación extraordinaria. Sobre el terreno, una prueba solo al alcance de deportistas muy cualificados, tanto física como técnica y mentalmente… Siete etapas de más de 100 km cada una, por caminos, pistas, senderos, trialeras llenas de rocas y con desniveles de vértigo incluso para caminantes avezados. Condiciones atmosféricas extremas, con viento, agua y nieve en muchas ocasiones. Barro, polvo, musgo, piedras, raíces en gran parte del camino. Puertos interminables con pendientes superiores al 20% que obligaban a echar pie a tierra a los más fuertes participantes. Kilómetros de descensos vertiginosos que han provocado caídas y caminatas eternas en algunos miembros del equipo, como el que escribe esta crónica…

Nada de esto ha conseguido doblegar la voluntad de nuestros protagonistas, siempre acompañados por un grupo de populares deportistas, de empleados, agentes y clientes de Tressis y de la Fundación A LA PAR. La misión del equipo era clara: conseguir que los cinco deportistas de la fundación completaran los 800 km. A cada uno se le fue asignando un tramo de la ruta. Y todos y cada uno de ellos fueron completando su cometido con éxito a pesar de las dificultades, el cansancio, las caídas, la lluvia o el frío.

La dureza de la prueba ha podido dejar en segundo lugar, por momentos, la abrumadora belleza del Pirineo catalán, aragonés, navarro y vasco. A los amantes de la naturaleza siempre nos cautiva la montaña, pero los parajes que hemos recorrido quedarán para siempre en nuestra memoria. Formaciones rocosas caprichosas, bosques en apariencia impenetrables, praderas vírgenes a 2.000 metros de altura, senderos abiertos en exclusiva para la prueba y que seguramente ya vuelvan a estar ocultos. Los colores, las rocas, las flores, los árboles y arbustos nos han permitido disfrutar de uno de los parajes más bellos y variados de nuestra querida España. Una lástima que mi falta de pericia en la bici no me haya permitido plasmar en foto o en vídeo todas estas vivencias, pero ¡cualquiera se atrevía a soltar las manos del manillar!

Desde el punto de vista deportivo, una prueba imprescindible para los amantes de la mountain bike. Dura por la distancia, por el desnivel y por la dificultad técnica, pero muy bien organizada y pensada para aprovechar los secretos mejor guardados del Pirineo en MTB. Todo ello pone todavía más en valor el mérito de nuestro equipo. Ya son varias pruebas las que he compartido con los deportistas de la Fundación (Madrid-Lisboa non stop, Pilgrim Race), pero no dejan de sorprenderme. La capacidad de superación, la alegría, la fortaleza física y mental, la entrega al resto de participantes y, sobre todo, el agradecimiento por el esfuerzo del resto del equipo y su cariño han estado presentes en cada una de sus pedaladas.

El sentido del humor y la fuerza de Antonio; la autenticidad de Julio, siempre pegado a mi rueda, buscando mi referencia pero cuidando al tiempo de mí; la sonrisa eterna de Juan Alberto; el espíritu de superación y la alegría de vivir de César y el entusiasmo de Sergio, con expresiones permanentes de agradecimiento y disfrute, serán todavía más difíciles de olvidar que los paisajes recorridos.

Durante los cientos de kilómetros que hemos pedaleado, he compartido momentos de placer, rodando a gran velocidad “a rueda”, disfrutando del paisaje en los momentos menos complicados o subiendo por un estrecho camino lleno de piedras siguiendo a algún compañero o tirando de él. La mayoría del tiempo he ido acompañado. Pero también he pasado maravillosos momentos de soledad empujando la bici durante kilómetros en los descensos más complicados… Una conclusión para el camino, extensible a la vida en general: ¡cuánto tengo que aprender todavía!

Es difícil describir el orgullo que, como máximo ejecutivo de una empresa, puedes llegar a sentir cuando un proyecto se entiende por todo el equipo, se comparte y se completa con éxito. Por si esto fuera poco, si el proyecto te ayuda a dar otra dimensión al significado de equipo, de entrega o de compañerismo, la satisfacción es casi completa. Pero si además el proyecto sirve para demostrar que la discapacidad intelectual no es una barrera para superar metas imposibles, ¿qué más se puede pedir?

Esto es lo que el equipo #TressisALAPAR ha vivido durante siete intensos días del mes de junio. “Juntos transformamos la sociedad”, dice el lema de la Fundación. De momento, hemos conseguido transformar un pelotón de expertos ciclistas y un grupo de profesionales, que han compartido su satisfacción y su sufrimiento, con un equipo único de deportistas con discapacidad intelectual al que seguro no olvidarán.

Gracias, Rafa y Carmelo, por la locura y por las risas durante muchos kilómetros. Gracias, Ana y Loreto, por la organización. Gracias, Iñaki, por las decenas de kilómetros rodados en tu compañía, especialmente en la tercera etapa. Gracias, Silver, por dar otra dimensión a los conceptos de entrega y generosidad en la cuarta etapa y ¡por gestionar el directo tan extraordinariamente bien! Gracias, Richi, Japo y resto de voluntarios, por vuestros cuidados en los avituallamientos. Gracias, Santiago, por esos 2.400 km a los mandos. Gracias, Pepa y Jesús, por los reportajes gráficos. Gracias, Montse, por cuidar de nuestros músculos. Gracias, Sergio e Isidoro, por cuidar de nuestras bicis y tantas otras cosas. Gracias al resto de ciclistas, especialmente a Santi, origen de todo esto, por no dejar solos a nuestros «protas» en ningún momento.

Por supuesto, y de manera especial, ¡gracias, Almudena, Marcos y José Ángel, por vuestro encomiable trabajo en la fundación!

Y gracias a los cinco protagonistas ciclistas, Antonio, César, Juan Alberto, Julio y Sergio, por ser como sois y por hacer tanto por vuestros compañeros. Y a los dos voluntarios, Richi y Japo, por alegrarnos cada avituallamiento con vuestro cariño y abrazos.

A toda la organización de la Transpyr, enhorabuena y gracias por vuestro apoyo. Especialmente a los voluntarios responsables de los avituallamientos y a los “escobas”.

También gracias a todos los que habéis apoyado el proyecto con vuestras donaciones para que la Fundación pueda seguir desarrollando su increíble labor en el área deportiva.

Por último, gracias a nuestros amigos de Inversis, Allfunds, Carmignac, CNP Partners, Amundi, Columbia Threadneedle y Mercedes-Benz por vuestra ayuda.

José Miguel Maté Salgado
Consejero Delegado

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