Solo una sesión ha durado la emoción en los mercados a cuenta de nosotros los periféricos.
Inexplicable que impere la calma mientras no se sabe si Italia tendrá elecciones en otoño o un gobierno que no cuenta ni con el respaldo del jefe del Estado. Y tampoco se entiende que la volatilidad haya remitido mientras en España no se sabe si la moción saldrá adelante ni siquiera quién la ha presentado. Pero así es el mercado.
Ayudó mucho la recuperación del precio del petróleo después de unos días de dudas. Muy normal esto último cuando existe una posibilidad cierta de guerra intestina dentro de la OPEP y sus socios externos por ver quién ocupa el hueco que deja Irán, que vuelve a quedar excluido del mercado oficial, así como Venezuela, el mejor ejemplo posible de saber llevar un país lentamente a la ruina.
En el frente fundamental se sigue confirmando que EE.UU. ha recuperado la posición dominante que, casi casi, es suya por derecho. El PIB del primer trimestre creció una décima por debajo de lo que se esperaba, pero por encima del 2%. Dicho descenso se debe a que el consumo, la partida más importante, ha registrado el comportamiento más bajo desde 2013. Además, pocas novedades con el Libro Beige de la Fed, donde se lee que el crecimiento norteamericano sigue siendo moderado y el mercado de trabajo está en tensión.
Así como en EE.UU. sí hay una opinión de consenso más favorable a la inflación, esta es casi inexistente respecto a Europa y los datos así lo atestiguan. Los IPC de España o Alemania, a pesar de estar en niveles relativamente elevados, hay que decir que lo están debido al empuje de la energía, poco representativo de la actividad económica real. Y de cara a futuro las cosas no pintan muy bien, pero tampoco hay que pulsar el botón de alarma. Indicadores adelantados como el de sentimiento económico de la Comisión Europea han retrocedido en las últimas semanas y meses, si bien el margen es aún lo suficientemente amplio como para pensar en problemas.
Buen día.