Ante la falta de relevantes indicadores macroeconónimos, abundan los políticos.
Theresa May personificaba ayer, en una elaborada coreografía desplegada entre la Cámara de los Comunes y el Parlamento Europeo, el orgullo y felicidad de una nación —o parte de ella— que se va de la Unión Europea sin posibilidad de dar marcha atrás.
Ni un solo día ha pasado y el Gobierno británico ya prepara su nuevo marco normativo, que pasará por repatriar el sistema legal europeo pero con la posibilidad de ir incluyendo modificaciones a discreción del ejecutivo, autoridades apodadas como «los poderes de Enrique VIII». No obstante, también se ha hecho público que cualquier cuestión legal deberá ser resuelta en el Tribunal de Justicia Europeo y que, a efectos empresariales, no existirá la posibilidad de conceder a una empresa domiciliada en el Reino Unido ningún acuerdo especial para garantizar el acceso al mercado único y unión aduanera.
En este contexto político y ante la ausencia de novedades oficiales por parte de la administración Trump —hay rumores que apuntan a que se vuelva a votar la semana que viene la reforma sanitaria—, diferentes miembros del FOMC, con voto y sin voto, se han apresurado a alertar sobre la necesidad de subir el precio del dinero ante el riesgo de recalentamiento de la economía. Algo que se nos queda muy lejos en Europa.
En lo que respecta a las bolsas, ayer fue el precio del petróleo el otro gran protagonista. Las tensiones en Libia y el dato de inventarios de gasolina en EE.UU. (-3,7 MM vs. -1,9 MM e.) junto con el de crudo (0,86 MM vs. 1,4 MM e.) permitían al Brent subir más de un 2% en la sesión y con los consiguientes efectos en valores energéticos. Los financieros fueron los más penalizados ante la caída de rentabilidades en el mercado de bonos a nivel global.
Buen día.
Pablo Nortes Planas
Dirección de Inversiones
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