Llevamos tiempo oyendo que los resultados económicos están siendo muy buenos. Ayer conocimos el dato de la producción industrial alemana, que se situó en +3,5% en enero, muy por encima del +1,4% estimado, mostrando la gran fortaleza del sector manufacturero europeo. Por otro lado, en Estados Unidos conocimos los datos de nóminas no agrícolas de la empresa ADP y los JOLTS —número de ofertas de empleo—, que fueron mayores de lo estimado. Estas cifras muestran el cambio mensual del empleo en los principales sectores de la economía: comercio, industrial, tecnológico, financiero, etc., por lo que el hecho de que ambas cifras hayan salido por encima de las expectativas denota la robustez del mercado laboral estadounidense.
Esta semana —y la semana pasada… y la anterior… ¡ah!, y la anterior— hemos estado atentos a las comparecencias de los máximos dirigentes tanto de la Reserva Federal como del Banco Central Europeo. En estas, Powell y Lagarde han hecho hincapié en que queda trabajo por hacer y que van a dedicar todos sus esfuerzos en volver a llevar la inflación al 2%.
Ya casi todo el mundo empieza a creerse el mensaje de los bancos centrales y es que, con una inflación extremadamente pegajosa y unos datos macroeconómicos muy sólidos, tiene más sentido que nunca. Aun así, las críticas hacia estas instituciones no cesan y varios inversores se han cansado del continuo discurso, como es el caso de Ken Griffin (Citadel). Este le pide a Powell que no hable tanto y deje de mandar mensajes confusos. Además, aprovechó para comentar que, a pesar de que coincide con la Fed en que son necesarias, cree que las subidas de tipos no serán suficientes para derrotar a la inflación y que “es como someterse a una operación quirúrgica con un cuchillo sin filo”.
Figura: Evolución del balance de la Fed
Fuente: federalreserve.gov
Una de las estrategias que deben llevar a cabo los bancos centrales para facilitar la bajada de la inflación, además de las subidas de tipos, es la reducción de sus balances. En el gráfico anterior vemos que, desde que comenzó la pandemia en 2020, el de la Fed se ha multiplicado por más de dos. Es cierto que desde principios de 2022 empieza a reducirse, pero el ritmo está siendo más lento de lo deseable, con una disminución aproximada del -2,5% en 2023.
Ayer la bolsa tuvo un comportamiento mayormente positivo: en el Viejo Continente, el Euro Stoxx 50 subió un +0,21%, el Stoxx 600 un +0,08% y el Ibex 35 un +0,56%, mientras que al otro lado del Atlántico el S&P 500 cerró con un +0,14% y el Nasdaq con un +0,40%. Tecnología de la información, materiales y servicios públicos fueron de los sectores más beneficiados del día en ambas geografías; sin embargo, la clara divergencia la vimos en el sector inmobiliario, que fue el más negativo en Europa, pero el más positivo en Estados Unidos. Por el lado de la renta fija, el diez años alemán se situó en el 2,675% y el estadounidense en el 3,993%.
Por último, en cuanto a la parte macroeconómica, hoy estaremos pendientes de las nuevas peticiones de subsidio por desempleo estadounidenses y de si Michael Barr (sí, de la Fed) nos sorprende con algo que no esperemos.
Feliz jueves.