Es curioso: siempre que hay alguna situación preocupante a nivel económico en el mundo, el petróleo reclama su parte de los focos. Y es que en las tres sesiones que llevamos esta semana, las bolsas se mueven al son del petróleo y no de las noticias sanitarias. Por otra parte, también es cierto que en este ámbito no ha habido muchas novedades y que llevamos un mes y medio haciendo un máster sobre epidemiología por televisión. Un descanso se agradece.
Ayer hubo rebote, más técnico que por un cambio en los fundamentales. Mientras la demanda continúe confinada deberíamos esperar recortes adicionales en la producción, y no solo en la de Rusia y Arabia Saudí, sino también de otros productores como Canadá o Estados Unidos. La dialéctica de Trump también jugó su papel, como tantas otras veces, en el movimiento de ayer. En este caso autorizaba a los barcos americanos a abrir fuego contra cualquier nave iraní que se acercase con “intenciones belicosas” en el estrecho de Ormuz. Siendo poco sensibles y muy pragmáticos, cualquier enfrentamiento entre embarcaciones de ambos países podría acabar fácilmente con el cargamento ardiendo: se quema la oferta, sube el precio.
En Europa, hoy vuelve a haber una reunión telemática de los líderes de cada país, de la que no se espera nada. Las diferencias entre los países más afectados y los que menos lo están siguen patentes y ninguno da señales de cambiar de parecer. Tantos años trabajando frente al euroescepticismo en Bruselas, para ahora alimentarlo y consolidarlo en cada jornada de conversaciones.
Buen jueves.