Nos adentramos en una semana en la que los bancos centrales y los eventos políticos tendrán mucho más protagonismo que a lo que estamos acostumbrados, o por lo menos, a lo que desearíamos. Reserva Federal, Banco de Inglaterra y Banco de Japón, propuesta de presupuestos en EEUU, elecciones en Holanda y la posible solicitud de la salida de Reino Unido de la Unión Europea, son eventos que, cuando menos, se antojan demasiado importantes como para comprimirlos en cinco días.
Comenzando por el país de las oportunidades, se espera con impaciencia a conocer la primera propuesta presupuestaria de Donald Trump, en la que el aumento del gasto en Defensa parece ser el principal tema de discusión. La cifra por la que incrementaría esta partida, cercana a los 54.000 millones de dólares, vendría gracias a los recortes en el resto. Pero todavía pocas concreciones respecto a la tan ansiada reducción de impuestos, con lo que muchos son los inversores que ven más realista aferrarse a la mejora de resultados empresariales para explicar las subidas tan verticales de las bolsas.
Lo que sí es cierto es que, en materia de tipos, pocos dudan de que Janet Yellen anuncie la subida de 25 puntos básicos del precio del dinero este miércoles que se acerca, elevando el rango del 0,75% al 1%. Unos datos macro con muy buenas lecturas, se miren por donde se miren, son el principal apoyo por parte de la autoridad monetaria para defender esta política, especialmente en la vertiente de creación de empleo, donde se baten las expectativas casi consistentemente.
Historia diferente la que tenemos en el Viejo Continente, donde a pesar de contar con buenos datos macroeconómicos, la baja inflación y la ausencia de un crecimiento robusto nos impide seguir el ritmo de las políticas monetarias estadounidenses. La semana pasada la institución presidida por Mario Draghi sacaba pecho de las mejoras macroeconómicas, elevando las expectativas de crecimiento en una décima, tanto para 2017 como para 2018, y las de inflación del 1,3% al 1,7%, y del 1,5% al 1,6%, respectivamente. No obstante, no hizo alusiones a la continuidad o no del programa de compra de activos, el cual se extiende hasta finales de este año por cuantía de 60.000 millones de euros. En este sentido, los gestores de las principales casas de inversión comienzan a argumentar que, en su opinión, el banco central debería aprovechar este tirón de la inflación y de los datos macro para justificar la retirada paulatina de los estímulos monetarios, algo a lo que Draghi hace caso omiso.
Y por muchos alardes separatistas, en el Reino Unido también prefieren ir con pies de plomo. Hace pocos días, Philip Hammond hacía públicos los presupuestos para 2017, donde el incremento de impuestos a los autónomos era lo más relevante, y que muchos asociaban a que se trata de una especie de colchón por si el brexit evoluciona peor que lo esperado. A ello se le suma que esta semana se podría solicitar la activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa, hecho que añadiría aún más incertidumbre al plano político. Conforme a ello, desde noviembre del año pasado, el Banco de Inglaterra ha dejado caer que el tipo de interés continuará en mínimos históricos a pesar de que los datos macroeconómicos sean halagüeños, por lo que nadie espera un cambio significativo en su política monetaria.
Pero sin ninguna duda, 2017 será recordado por ser el año más decisivo a nivel electoral en Europa, todo ello enmarcado por el euroescepticismo. Así, Holanda será la primera de las grandes naciones que tendrá que hacer frente a la voluntad del voto de algunos partidarios de la extrema derecha. Las encuestas no son tan alarmistas como pudieran ser las francesas, especialmente por el alto grado de fragmentación del electorado holandés, pero sin duda alguna dejará titulares que harán de la eurozona una región más o menos amigable para los que no son de la misma.
Pablo Nortes Planas
Dirección de Inversiones