A pesar de que americanos y británicos dejaran cerradas sus bolsas ayer lunes, no pasa nada porque ahí está Europa, siempre dispuesta a darle sabor a los mercados.
Que tampoco nos dice nada nuevo el calendario de indicadores económicos, tranquilos, que nuestros (supuestos) líderes se preocupan de generar la volatilidad que de otra manera no aparecería.
Las primas de riesgo de la periferia, también llamadas diferenciales de rentabilidad de las curvas, se han disparado en días. Solo Portugal podría pasar por inocente, porque si de España e Italia se trata, no vale decir que el mercado manda sobre la política, sino que plegándonos a la realidad, son sus prestamistas los que no se dejan embaucar por ilusionistas con ansias de tocar poder y arrasar con los progresos de los últimos años.
A saber, Italia parece abocada a nuevos comicios en otoño ante la previsible falta de apoyo parlamentario de un gobierno de técnicos. Y es ahí donde está el verdadero problema, pues los extremos populistas podrían hacerse con una mayoría difícilmente discutible para el presidente de la República. En cuanto a España, es más incertidumbre sobre si el viernes prospera la moción de censura o no, y en tal caso, saber si un Ejecutivo socialista aún más débil que el actual tendría sentido alguno en un momento crucial para el país en diferentes frentes.
Así como los bonos caen porque los inversores internacionales no están dispuestos a financiar ningún desbarre en la periferia, el euro no podía ser menos con los miedos a la quiebra del proyecto comunitario de fondo. Ahí anda, esta mañana perdiendo con fuerza los 1,16 en plena caída libre, y por extensión, las bolsas.
Buen día.