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14/11/2017 AUTOR: Ignacio Perea Análisis & Inversiones

¿Queremos igual a todos nuestros euros?

¿Queremos igual a todos nuestros euros?

A Richard Thaler, ganador del premio Nobel de economía de 2017, le hubiera venido muy bien este peculiar personaje para ilustrar la Teoría de la Racionalidad Limitada. Este elemento, también conocido en los círculos de la economía del comportamiento como “Narrow Framing”, se utiliza para describir la situación en la cual un inversor le da más importancia a una inversión en particular que al global de su cartera.

Por ejemplo, un inversor puede centrarse con tanta intensidad en las acciones de una empresa determinada que quiera comprar más cantidad de ellas a pesar de que ya tienen un peso excesivo en el global de su cartera.

Thaler y su colega Shlomo Benartzi intentaron mostrar este fenómeno visitando un café y retando a los clientes a aceptar una apuesta sobre si saldría cara o cruz al lanzar una moneda, premiando con 200 € acertar y perdiendo 100 € si fallara. Solo un 23% de los retados aceptaron la apuesta. No obstante, cuando se les preguntó si volverían a apostar, aceptaron el doble de clientes.

¿Cómo se explica este cambio en las preferencias? ¿Por qué este planteamiento es más atractivo?

Si uno ha rechazado inicialmente estas apuestas, es probable que sea porque piensa en cada lanzamiento de moneda como un hecho independiente y lo haya cuantificado como un 50% de probabilidades de perder dinero.

Sin embargo, cuando se agregan mentalmente ambas apuestas, el juego es mucho más atractivo, dado que con dos tiradas tendríamos un 25% de probabilidades de ganar 400 €, un 50% de probabilidades de ganar 100 € y un 25% de probabilidades de perder 200 €.

A un inversor, esta racionalidad limitada, y siempre según Thaler, le puede llevar a cometer errores y perder oportunidades interesantes.

El error 1 implica que una persona tomará un riesgo muy bajo, lo que llevará a unos retornos también bajos. En este contexto, tendemos a fijarnos en nuestras pérdidas a corto plazo angustiados por las oscilaciones diarias del mercado, en vez de fijarnos en si una inversión es consistente con nuestro objetivo a largo plazo. Como resultado, preferiremos, por ejemplo, dejar nuestro dinero en un depósito al 0,15%.

El error 2 implica tomar mucho riesgo sin darnos cuenta, pues cuando no pensamos en la cartera en su totalidad, es fácil obviar el hecho de que muchas inversiones de nuestra cartera pueden subir o bajar por los mismos motivos. Es inteligente tener algunas inversiones arriesgadas en nuestra cartera pero siempre asegurándonos de considerar los riesgos en su conjunto.

¿Qué recomienda la economía conductual para evitar estos errores?

La manera más fácil de conseguir nuestros objetivos a largo plazo y obviar las pérdidas a corto es mirar nuestra cartera con menos frecuencia. En el ejemplo anterior, sería como si al sujeto al que se le ofrece apostar repetidas veces se le hablara del resultado después de todas las rondas y no tras cada una de ellas.

Lo mismo para los inversores respecto a los mercados: revisiones menos frecuentes pueden llevar a decisiones más consistentes.

 

Ignacio Perea
Director de Inversiones

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