Las cifras de empleo no agrícola estadounidense no fueron concluyentes o, al menos, no fueron lo suficientemente positivas (o negativas) para predecir cuál será el próximo movimiento de la Reserva Federal en materia de tipos de interés. Por un lado, el aumento de nóminas no agrícolas fue de 187.000 en el mes de julio por las 200.000 estimadas. Es decir, la ralentización en la creación de empleo fue mayor a la esperada por los analistas. Sin embargo, la tasa de paro bajó una décima hasta el 3,5% y el salario medio aumentó un 4,4% cuando se esperaba que lo hiciese un 4,2%. En resumen, Estados Unidos continúa teniendo un mercado laboral muy fuerte y las presiones inflacionistas parecen que no van a remitir, al menos, por el momento. Esto aviva el debate de qué pasará en la reunión de septiembre de la Reserva Federal, aunque, por el momento, la probabilidad de que haya una subida de tipos de interés es casi residual.
Imagen: Probabilidad de subidas/bajas de tipos de interés en septiembre por parte de la Fed.
Fuente: CME Group.
El otro foco de atención de la semana estaba puesto en el Banco de Inglaterra (BoE) y en la cuantía del ajuste de sus tasas de referencia. Al final, este fue de 25 puntos básicos y situó sus tipos en el 5,25%, el nivel más alto de los últimos quince años. Aunque lo más relevante fue su discurso posterior. En él, desmarcándose del BCE y de la Fed, los cuales han señalado que están cerca de llegar al tipo de equilibrio, el BoE señaló que necesitarán alcanzar un nivel lo suficientemente restrictivo y mantenerlo prolongadamente en el tiempo para hacer converger la inflación (7,9% anualizado) hacía el objetivo del 2%. En otras palabras, aún le queda trabajo por hacer a la institución inglesa y continuará con su política de restringir el crédito mediante encarecer el precio del dinero.
Asimismo, el Banco de Japón también actuó en los mercados durante la semana. Tras señalar que iban a flexibilizar los objetivos de su política activa del control de la curva, ahora ha tenido que intervenir comprando deuda a diez años porque el rendimiento exigido a sus obligaciones superó el 0,655%. Parece que el país nipón quiere abandonar poco a poco las políticas monetarias ultra laxas, aunque si lo hacen a este ritmo no lo lograrán a corto plazo.
En lo que concierne a la renta variable, parece que no le ha sentado del todo bien la llegada de agosto y que los niveles de contratación sean mínimos. También es cierto que muchos valores e índices presentaban elevados niveles de sobrecompra, por lo que cual es una buena excusa para vender y hacer beneficios. En este contexto, en el cómputo semanal se impusieron los números rojos a ambos lados del Atlántico. En el caso europeo, el Ibex 35 se dejó un 3,27%, el Euro Stoxx 50 un 2,99%, el CAC un 2,16% y el DAX un 3,16%. Al tiempo que, en Estados Unidos, el S&P 500 recortó un 2,27%, el Dow Jones un 1,11% y el Nasdaq un 2,85%.
El comportamiento de la deuda estadounidense divergió del que tuvo el alemán. El primero, experimentó una caída en la rentabilidad exigida en sus emisiones hasta los cincos años. A partir de ese vencimiento, esta aumentó con la consecuente caída en precio. En el caso de la referencia europea, el rendimiento exigido aumentó en todos los tramos de la curva con la excepción del papel a dos años. Por su parte, el crédito corporativo tampoco tuvo una semana positiva y los diferenciales se ampliaron para todos los grados de inversión alrededor del globo.
Finalmente, la próxima semana estará marcada por la continuación de la temporada de resultados. Serán especialmente relevantes las guías que den las compañías y el cómo las “digieren” los inversores. Además, verán la luz cifras de precios (IPC) de EE.UU. y China correspondientes al mes de julio, y tendremos el dato de confianza de la Universidad de Michigan.
Feliz lunes.