La sesión europea sufrió por los temores de una desaceleración en China y la suspensión de pagos del gigante inmobiliario Evergrande. El sector de artículos de lujo se resintió por segundo día consecutivo. Asia es el mercado más importante para esta industria y las preocupaciones por la propagación de la COVID-19 no hacen más que crecer. Además, habría que añadir el temor a «riesgos chinos», por la creciente supervisión de Beijing y los nuevos cambios de política del presidente Xi Jinping. La jornada americana fue de menos a más, sobreponiéndose a las revisiones a la baja del crecimiento a largo plazo de su economía. El sector petrolero se anotaba un +3,81%. El país se prepara para la llegada de la tormenta tropical Nicolás, que posiblemente podría llegar a tierra convertida en huracán, lo que supondría nuevos problemas en la producción de petróleo y gas como ha ocurrido con Ida. Las cotizaciones de las compañías de juego expuestas a Macao, el mayor centro de juego del mundo, caen conforme el regulador dirige su atención al sector. Sands China y Wynn Macao se desplomaron más de un 30% y sus matrices estadounidenses también vieron presionados sus precios a la baja.
A veces el viento no sopla y, en ocasiones, el sol no brilla. No es que me encuentre particularmente poética hoy, son algunas de las razones de la subida de los precios de la energía, que no para.
El que suele ser el fuerte viento del mar del Norte dejó de soplar frente a las costas del Reino Unido, lo que frenó la producción de electricidad impulsada por el viento. Esto obligó a que centrales de gas y carbón se pusieran en funcionamiento para compensar ese déficit de producción presionando al alza todos los precios, incluidos los de las emisiones de CO2. Este viento tormentoso o, mejor dicho, la falta del mismo, es el origen de la actual divergencia de precios entre Gran Bretaña y, por ejemplo, Alemania que estaban a niveles similares (130 €/MWh) a finales de agosto. La cuestión es que «el maldito» carbón térmico, rechazado por sus emisiones de carbono, ha tenido que volver a utilizarse en Reino Unido cuando las empresas de servicios públicos han necesitado echar mano de fuentes de energía de respaldo. Les podría parecer un episodio aislado, pero lo que muestra es la precaria situación de los mercados energéticos europeos de cara al largo invierno que tenemos por delante, la posible falta de abastecimiento cuando la demanda sea significativamente más alta y el problema, muy real, de la estabilidad del sistema.
Miren estos dos mapas que muestran los precios del megavatio hora el 7 de septiembre y de ayer día 15:
El precio al que ha llegado la electricidad en el Reino Unido, que se ha apoyado en los parques eólicos para erradicar las emisiones netas de carbono en 2050, es descomunal y las subidas de estos días tremendas. Pero no se pierdan la situación del resto de los europeos, marcando cada día nuevos máximos históricos. ¡Y espera, espera! que aún no ha llegado el invierno al hemisferio norte.
En el mercado de la electricidad, como en cualquier mercado, el coste de generación del proveedor de último recurso determina los precios mayoristas. Esto significa que cuando caen los recursos renovables que son intermitentes y volátiles, los países utilizan, para la generación de electricidad, plantas de energía que se alimentan con combustibles fósiles y el precio de la electricidad sube por el gas, el carbón y el CO2. Cuando la producción renovable ha sido muy superior se han llegado a tener precios negativos. El precio de los permisos para la generación con gas o carbón ha vivido un aumento constante por parte de los reguladores y gobiernos como forma de penalizar el consumo de materiales más contaminantes, sin olvidar el jugoso incremento de recaudación que supone para los Estados. Este mismo año Bruselas tomó la decisión de retirar derechos del mercado para favorecer el recorte de emisiones. De manera que el precio de los derechos para emitir dióxido de carbono, que los productores de electricidad necesitan para quemar combustibles fósiles y generar electricidad, también está en niveles récord.
Ante nosotros tenemos una perfecta máquina de retroalimentación con efectos perniciosos para la economía en general y resulta muy molesto que los gobiernos «echen balones fuera» culpando a otros de un problema del que ellos son el origen o del que forman parte.
Visto el panorama, ¿no creen que la inflación puede subir, aún más, durante los meses de frío invierno?
Buen día.