Unos piensan en la guerra comercial, pero otros, como Trump, están centrados en erradicar cualquier recuerdo de su primer año en la presidencia.
Con el más que posible despido de su asesor de seguridad nacional, unido a los de otros pesos pesados, la incertidumbre sobre el futuro político de EE.UU. está al mismo nivel que los días inmediatamente posteriores a su victoria en las urnas. No hace falta recordar lo muy poco que los mercados disfrutan de estos momentos.
Respecto a lo de empezar a ponerse trabas comerciales entre países, el consenso/sentido común apunta que más allá de limar diferencias a todas luces injustas, esto representa una de las peores amenazas para la economía mundial. Por puntualizar un poco, la posibilidad más que real de que Europa decida aplicar un impuesto especial a las grandes tecnológicas norteamericanas sirve de ejemplo (si es que es una respuesta por lo del acero). Lo mejor será ir haciéndonos a la idea de que seremos los consumidores los que, si es posible, acabaremos pagándolo. O lo que es lo mismo, menos dinero en nuestros bolsillos.
Todo lo que rodea al petróleo y a los países petroleros también es susceptible de desestabilizar el crecimiento. En materia de petróleo en sí todo parece marchar gracias a una demanda que tanto la OPEP como la AIE esperan que suba, si bien los productores norteamericanos siguen siendo la gran pesadilla de los extractores tradicionales. Precisamente ayer Arabia Saudí lanzó un aviso que, de confirmarse, va a sumar un plus de volatilidad, al exigir la necesidad de desarrollar una defensa nuclear si Irán termina por hacer lo propio.
No íbamos a cerrar la semana sin hablar de la inflación, o mejor dicho, de no inflación. La última lectura del IPC francés está estancada en el 1,2%, tan lejos del objetivo del 2% como el resto del continente, en agregado y por países; no es que sorprenda, pero sí debe servir para reafirmar que en Europa nos queda mucho para sentarnos en la mesa de los mayores cuando de inflación se habla.
Solo para terminar, un aplauso para la alemana y miembro del BCE Sabine Lautenschlaeger por recordarnos una verdad incómoda, que no es otra que la necesidad de permitir la quiebra de los bancos como un paso sano y necesario del sistema, que ya va siendo hora de dejar de mirar a los Estados como solucionadores de problemas.
Buen fin de semana.