Vuelve la preocupación por la intensidad en las subidas de tipos en Estados Unidos y por el impacto que tendrá en la economía global el nuevo paquete de sanciones a Rusia —que parece que no tardará en llegar— por parte de Occidente. Índices como Eurostoxx 50, DAX o CAC 40 sufrieron retrocesos significativos, mientras las rentabilidades de los bonos a diez años subían con fuerza. El rebote de la renta variable ha durado unas dos semanas en las que parecía no importar la más que evidente desaceleración macroeconómica o la previsible caída en los beneficios de las compañías. Cada semana que los precios siguen tensionados, ya sea por el conflicto en Ucrania o por la inacción de los bancos centrales, aumenta la probabilidad de un periodo de estanflación más acusado.
Fuente: Bloomberg, elaboración propia.
Los datos macroeconómicos que vamos conociendo tampoco ayudan. Ayer, de madrugada, Caixin publicaba el PMI de Servicios de China con una sorpresa bastante negativa (42 vs. 49,3 estimado). Los cierres por COVID-19 que han ido realizando durante el último mes están pasando factura al país asiático y están haciendo más difícil la recuperación de las cadenas de suministro mundiales. En Europa, los pedidos de fábrica de febrero en Alemania también decepcionaban (-2,2% vs. -0,2% estimado), al igual que el PMI de construcción de marzo (50,9 vs. 54,2 estimado), lo que nos hace pensar que los próximos datos pueden ser incluso peores.
El acta de la reunión del FOMC nos da una idea de la preocupación del organismo con la situación actual:
Los futuros de los fondos federales situarían el tipo implícito en 2,5% para finales de 2022:
Feliz jueves.