Puede que, quizá, en las próximas horas, con suerte, esperemos, confiemos, aguardemos que, por fin, haya fumata blanca en Londres y se anuncie el acuerdo entre la Unión Europea y el Reino Unido para una salida ordenada de este último.
Y pongo tantos condicionales al inicio de este párrafo porque si algo nos ha enseñado este proceso es que las cosas siempre están tan cerca de firmarse como de romperse. Parece que tras semanas de concesiones por ambos bandos y, ante el inminente fin de año, se procederá a rubricar el pacto. No podemos extendernos mucho en el contenido del mismo, pues o bien no se conoce, o bien todavía no está acordado, como en el caso de la normativa de pesca.
Si todo va según lo previsto, Boris Johnson se quitaría uno de los varios frentes abiertos que mantiene, porque lo del canal de la Mancha es un problema que debe haberle hecho cambiar el té por la manzanilla en más de una ocasión. Allí, a las puertas del eurotúnel y a las del puerto marítimo de Dover se amontonan miles de camiones, con los ánimos cada vez más caldeados, entre otras cosas porque no llegarán a pasar Navidad (y veremos fin de año) con sus seres queridos. Denuncian que no se les ha dado ni comida, ni agua, ni tampoco información, para saber cómo evoluciona la situación. El caso es que Francia permite que alcancen su territorio tras haber resultado negativo en un test PCR, tratando de evitar que la misteriosa nueva cepa descubierta en Inglaterra se expanda (si no lo está ya) por Europa, y eso demora mucho la salida de los transportistas.
No obstante, este es un problema que no preocupa a los mercados, a los que les quedaba muy poca sesión para reflejar los avances en las conversaciones por el brexit, pero consiguieron aprovechar ese tiempo para dar un último empujón. La reacción más relevante la tuvimos en la renta fija, con el empinamiento de las curvas europeas, mientras que la libra esterlina continuaba su travesía por el desierto, cediendo más terreno y reafirmándose en su posición de divisa más infravalorada del G10.
En Estados Unidos no han dejado casi deberes para última hora, como nosotros, y lo único que les preocupa es que el pepito grillo de Donald Trump continúe siendo, más bien, un diablillo que le convenza para no firmar el plan de estímulos acordado por el senado. Esto no sería un problema, pues si no la estampa pero tampoco la veta, en diez días sería automáticamente tramitada. Sé que Papá Noel no trae carbón, pero el amigo Donald y, en general, todos sus colegas políticos de primer orden, se merecerían esta noche un buen saco después del año que nos están dando.
Buen jueves y felices fiestas.