A pesar de que los inversores están atravesando por un estado de felicidad no contenida ahora que el futuro de Europa se presenta más unido de lo que cabría esperar, hay, porque tiene que haber, parte del mercado en alerta. Un ejemplo, quizás de los mejores, sea el VIX, incapaz de despegarse de los mínimos de varios años. Pero es que cuando no sólo EEUU, sino también Europa, crece, además de comprobar que las compañías están presentando resultados en términos generales positivos, pues se forma el cóctel de las subidas.
Precisamente ayer se confirmaba que la economía alemana sigue creciendo y liderando la recuperación que tanto y tan bien están valorando los inversores no europeos. El PIB del primer trimestre se apoyaba en dos de los puntos que lo han venido haciendo en lo últimos tiempos, el sector de la construcción (como representante de la demanda interna) y la tradicional aportación del sector exterior.
Normal es lo que se puede decir de las sesiones como las de ayer, en las que, haya excusa o no, el mercado se toma un descanso. El verdadero problema viene con la influencia psicológica del cuarto poder, capaz de tumbar un valor sin pestañear. Porque eso es lo que sucedió exactamente con el Popular tras publicarse la noticia de que su quiebra es inminente, aun teniendo todo el sector financiero y «civil» descontado que la reestructuración por la vía que sea es una exigencia para su supervivencia.
Por su parte, la reunión del Banco de Inglaterra se saldó sin cambios en materia como era de prever. Lo mejor que se puede extraer es el hecho de que el BoE no contempla un escenario catastrofista post brexit, confiándolo todo a la carta de la moderación a la hora de acordar el divorcio entre el continente y las islas. Además de esto, había novedades en términos de inflación, siendo éstas revisadas tres décimas más al alza. Cuestión de divisa.
Buen fin de semana.
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones