Buenos días.
Ni tanto ni tan poco. Poco le hace falta al mercado para desatar la euforia en mitad de un entorno que no termina de estabilizarse en una dirección concreta, así que por encima de todo, cuidado porque no hay nada que haya cambiado sustancialmente. Ese entorno tan complicado es el que está recogiendo la Reserva Federal según las actas de la última reunión. El desplome de los mercados, China y el petróleo han acrecentado la incertidumbre exponencialmente, lo que ha traído aparejada la expectativa de que las subidas de tipos se retrasen. Y ciertamente, un mensaje cauto no falto de la macrodependencia es lo que están siguiendo todos los miembros del FOMC, Yellen incluida.
Diferir la normalización monetaria de EEUU ayuda a los activos de riesgo, pero es el petróleo el que de verdad está señalando el camino. Aunque congelar no es sinónimo de recortar, según el principio de acuerdo ruso-saudí con Irán, bajo el cual los persas recibirán algo no revelado a cambio de no poner su industria petrolera a pleno rendimiento, los integrantes de la OPEP y Rusia limitarán el número de barriles diarios al pico máximo de enero. Noticia positiva con la mente puesta en llevar más allá del límite a los competidores del fracking norteamericano, de manera que la oferta se reduzca por sí sola en función de los impagos de estos últimos.
Sin embargo, los límites parecen estar rompiéndose para los productores latinoamericanos en una mezcla de desplome del precio del oro negro y consecuencias de una gestión política nefasta en los últimos años. Las noticias que llegan de Venezuela se superan cada día, similar a lo que se ha encontrado el nuevo Ejecutivo argentino, mientras que la calificación crediticia de Brasil sigue recibiendo hachazo tras hachazo ya asentado como bono basura. El último en sumarse a la fiesta es México, obligado su banco central a subir tipos por sorpresa para hacer frente al ataque sufrido por el peso.
En un mundo sin inflación y con la industria en retroceso como el actual, sorprenden sobremanera dos datos: Por primera vez desde el verano, la producción industrial de EEUU registra crecimiento a pesar de las dudas que aún persisten, mientras que el IPC chino experimenta una subida del 1,8%, pero con truco pues se apoya en el efecto del Año Nuevo. Quien no cambia es Japón, ni el discurso expansionista del gobernador del Banco de Japón, ni otra mala lectura de un indicador económico, las exportaciones en este caso.
Buen día,
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones