¡Pero cómo se nos están complicando las cosas!
El mercado sufre el “síndrome del corazón partío” y no tiene claro en absoluto si tirarse a comprar los valores considerados cíclicos ―porque la inflación es más persistente que transitoria―; si acaparar los clásicos defensivos ―porque la retirada de estímulos monetarios hará que los valores considerados más caros sufran, la desaceleración cíclica comenzó en abril y el panorama futuro sobre el crecimiento no es nada alentador―, o si hacerse una ronda de crecimiento ―por las medidas de restricción sobre la movilidad, porque son capaces de crecer por encima de lo que lo hace el mercado y porque el escenario de subida de tipos no se va a cumplir ni de lejos—.
Ante el “no sé muy bien qué hacer” la masa se dirige hacia las compañías de mayor capitalización, por tanto, las de mayor peso en los índices consideradas las “defensivas por grandotas”. Así, la realidad óptica es que los mercados no están corrigiendo mucho, porque no lo hacen los principales selectivos. Sin embargo, la realidad de fondo es que la corrección es masiva y profunda más allá de “los grandes”.
En cuanto al impacto económico a nivel mundial de la nueva ola de la pandemia, en general, la opinión es que será reducido y de escasa duración. Nos animan, y estamos deseando que se confirmen, las declaraciones de Moderna: una tercera dosis de su vacuna proporciona 37 veces más anticuerpos, efectivos incluso en esta nueva variante. Mientras tanto, Holanda toma fuertes medidas de confinamiento hasta mediados de enero: cierre de bares, restaurantes, cines… y todas las tiendas no esenciales. A partir de finales de diciembre, el gobierno alemán restringirá las reuniones privadas de vacunados y recuperados a diez personas máximo. En Italia, se están considerando nuevas medidas para evitar el aumento en las infecciones durante el período de vacaciones. También hay nuevas restricciones en Dinamarca, Francia y Noruega. Y en EE. UU. el principal asesor médico de Biden, Anthony Fauci, ha alertado de que los hospitales están bajo presión. Adiós de un plumazo a muchas buenas cifras de ventas de la campaña de Navidad y hola al recrudecimiento de las expectativas a la baja en los resultados.
Las políticas monetarias de “todo lo que sea necesario”, implementadas en el mundo entero, han dado sus frutos: aceleración de la salida de la recesión y ninguna empresa se ha hundido. (No sé si el Sr. Munger estaría muy de acuerdo con esta situación, según sus palabras: “Un capitalismo sin quiebras es como una religión sin infierno”). Estas políticas también han alentado el alza de los precios y han distorsionado el mercado laboral y el consumo de los hogares. La pandemia había caído significativamente dentro de la clasificación de amenazas para la economía y los bancos centrales habían visto su oportunidad para comenzar a reducir su apoyo. Pero el calendario de los bancos centrales ha chocado frontalmente con la nueva ola. ¿Y ahora qué? Pues enfrentamiento entre la fase de ajuste monetario y el dame más ayudas del mercado.
Esperen, esperen, que aún hay algo más que apaga el ánimo inversor por la incertidumbre que le provoca. El senador demócrata Joe Manchin ha tomado la decisión de no apoyar con su voto el plan de inversión Build Back Better (BBB) de 1,75 billones de dólares propuesto por la Administración Biden para mejorar los beneficios sociales y acelerar la transición energética. Dada la estrecha mayoría de los demócratas en la Cámara Alta, esta deserción podría enterrar el proyecto. Manchin cree que el gasto es excesivo a la luz de la elevada carga de deuda del país y el impacto inflacionario. ¡Ah! por cierto, el senador Manchin, que ha amasado su fortuna con los combustibles fósiles, es legislador por Virginia Occidental, el segundo estado productor de carbón después de Wyoming, y que genera el 90% de su electricidad a partir de este combustible.
Algunos bancos de inversión americanos han reducido de inmediato sus previsiones de crecimiento para EE. UU. Nosotros hemos optado por ver el lado positivo de la no aprobación del BBB. Este plan iba a financiarse, en gran medida, con impuestos más altos para los más ricos y las grandes corporaciones. Por un lado, sabemos que el impacto de estos estímulos cada vez dura menos, además de que una vez que la economía está recuperada lo que puedes provocar es recalentamiento y, seamos sinceros, una economía saludable no necesita más gasto y deuda para robustecerse sino inversión, consumo, productividad; por otro. Muchas empresas y particulares no verán subir sus impuestos, sectores como el farmacéutico se librarán del control sobre el precio de los fármacos y el plan para gravar las recompras de acciones quedará atrás. Pues para el mercado en su conjunto, ni tan mal.
Calma, paciencia y aprovechen los recortes para incrementar posiciones en las compañías que se muestren fuertes a la hora de defender sus márgenes. La renta variable es una buena defensa contra la inflación.
Feliz jornada.