Las bolsas están enganchadas a las inyecciones de liquidez, ya sea por parte de los bancos centrales o de los diferentes gobiernos.
Empezando por los organismos monetarios, la presidenta del BCE se mostró cauta sobre las implicaciones de la fortaleza de la divisa comunitaria y comunicaba que el organismo mantendrá la totalidad de la artillería de la entidad para ayudar a sacar a la economía de la recesión, pero por ahora no ve que sea necesario sobreactuar. De hecho, tras la reunión conocimos las nuevas y mejores previsiones de crecimiento, a la vez que alejaban el fantasma de la deflación, a pesar de todas las incertidumbres actuales.
Por su parte, en EE.UU. los demócratas han bloqueado este jueves un nuevo paquete de estímulos económicos para hacer frente a la COVID-19. La excusa es que el plan no era lo suficientemente grande como para compensar el daño que está causando la pandemia en la principal economía del planeta. Es cierto que la ley planteaba una actuación de entre 500.000 y 700.000 millones de dólares, una cifra por debajo del billón anunciado por los republicanos en julio, pero incluía transferencias directas a una población que empieza a pasarlo muy mal y tendrá que decidir su voto en las próximas semanas. Ahora quedará por ver la capacidad que tienen los partidos para ponerse de acuerdo sobre los presupuestos que entran en vigor el 1 de octubre.
Por uno u otro motivo las bolsas reaccionaban ayer a la baja, con las energéticas y las tecnológicas siendo castigadas especialmente. Mientras, los bonos del Tesoro de los Estados Unidos volvían a aumentar de precio (rentabilidades más bajas), apoyados en la debilidad de la renta variable, los pedidos semanales de desempleo y después de una subasta de bonos a 30 años que atrajo una fuerte demanda.
Hoy la referencia serán los datos de precios de agosto de las principales economías.
Buen fin de semana.