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31/01/2017 AUTOR: Amílcar Barrios Vilallonga Morning meeting

¿Manos a la cabeza?

¿Manos a la cabeza?

Manos a la cabeza, no. Por lógica a todos los niveles, esta clase de caídas no sólo son de esperar, sino sanas y necesarias con todo lo que han subido las bolsas en los últimos tres meses.

Hay quien achaca a Trump y sus últimas medidas antiinmigratorias este comportamiento, si bien estas políticas, por muy controvertidas que sean, parecen pura fachada para los verdaderos retos a los que se debe enfrentar la nueva Administración. Uno de ellos parece haberlo encarado de frente, pues ayer mismo puso en marcha el proceso de desregulación masiva, precisamente uno de los motivos por los que tan buen comportamiento ha tenido Wall Street.

Prometía el ya presidente de EEUU que sus esfuerzos se concentrarían en aumentar la renta disponible de sus ciudadanos, eso mismo que falta para que la inflación «real», la basada en la demanda, sea todo lo fuerte que una economía necesita. En esta línea se publicaban ayer los datos de ingresos y gastos personales de los estadounidenses, que, sumados al buen tono de las importaciones, vienen a confirmar que el consumo no está en horas bajas. Tampoco en las más altas.

En otras, el FMI no parece hartarse de pedirle más a los Estados europeos para salir de la crisis, pero tal y como pinta el panorama, con todos los grandes países a excepción de España con elecciones este año o cerca de tener que convocarlas, palabras que se lleva el viento. Si algo no necesitaban dicho organismo internacional ni el proyecto europeo era que Fillon, favorito para ambos por su programa, pueda sufrir un revés judicial de última hora, pero así es la política.

Tienen suerte los partidarios del statu quo de que por lo menos la inflación esté repuntando, aunque tenga que ser por el tirón de la electricidad o los carburantes, que han situado los IPC de Alemania o España a niveles que parecían cosa de un pasado que ya no volvería. Y es precisamente porque la inflación no viene de donde a todos nos gustaría por lo que el BCE insiste semana tras semana con que el tapering no es una posibilidad real ya mismo. También a favor de que el populismo se quede contenido juega la evolución de indicadores económicos, reflejada en las cifras de crecimiento (PIB español del cuarto trimestre sumaba un 0,7%) o de confianza económica, estas últimas en sus máximos de los últimos seis años.

Pero no todo son sonrisas. Unicredit anunciaba que ajustarse a las necesidades impuestas acarreará cerrar 2016 con casi 12.000 millones de euros en pérdidas, lo que imposiblitará cumplir con las exigencias del BCE. Mientras esto lleve al saneamiento de la entidad y el resto del sector, sí se podrá pensar en un futuro viable para los bancos de Italia, claro que siempre supeditados a una clase política altamente fragmentada.

Por último, el Banco de Japón no ha anunciado nada nuevo más allá de que mantiene intactas las previsiones de inflación y eleva ligeramente las de crecimiento, así que los mercados, si no se les proporciona más gasolina, atención, la justa.

Buen día.

Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones

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