Draghi y el resto del BCE pecaron de prudentes y se sometieron a lo que se esperaba de ellos: los distintos tipos de interés siguen donde están y el programa de compra indiscriminada de activos también.
Especialmente incisivo fue a la hora de defender la vigencia del QE, pues no son pocas las voces que presionan para provocar el comienzo del tapering más pronto que tarde. Pero Súper Mario fue capaz de contener los envites y no dar ni la más mínima pista, incluso reconociendo lo que a todas luces es evidente, que no es otra cosa que la mejora de la actividad económica de la zona euro.
La publicación de los IPC de Alemania y España, además del francés esta mañana, no han podido llegar en un momento más indicado, pues el BCE revisaba a la baja las previsiones de inflación del bloque. ¿Qué quiere decir esto? En primer lugar que los repuntes han sido, como ha venido afirmando el propio banco central, así como las lecturas de los países mencionados, coyunturales. Es decir, que los precios no han crecido tanto como parecía por culpa de la energía y que no se deberían esperar cambios bruscos en la política monetaria a corto plazo.
Efectivamente, los indicadores de confianza publicados en Europa mostraban una subida más o menos notoria, pero que casa con las previsiones de diversas fuentes. Por el contrario, los datos de EEUU resultaban ser una decepción respecto a lo que se esperaba de ellos. Tanto los inventarios mayoristas como los pedidos reflejaban que la industria no ha estado a la altura de la confianza.
Ayer, salvo por excepciones como Apple, era el turno de las grandes tecnológicas que tanto han animado Wall Street en estos años. Google, Amazon y Microsoft no sólo registraron un crecimiento de los beneficios más que notable, sino que las dos primeras batían las previsiones, además de demostrar que el futuro de su negocio se sostiene sobre bases sólidas.
Feliz puente.
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones