Y otra vez abajo con fuerza las bolsas. Para decir corrección aún es muy pronto, pero volatilidad no, aunque con tanta herida abierta qué cabe esperar, más aún si cada día hay una nueva.
Empezando por la última novedad, los bancos españoles ven cómo la Justicia les vuelve a disparar directamente contra la línea de flotación con la sentencia sobre los costes impositivos de las hipotecas. Como usuarios, si hipotecados, naturalmente contentos, pero con una perspectiva más amplia todos sabemos que al final será toda la base de clientes de cada banco la que acabe pagando de forma indirecta esta sentencia.
Tirando de «lo viejo», las cuentas italianas producen oficiosa y oficialmente el rechazo de todas las autoridades europeas. De la Comisión oficiosamente con una carta, tal y como se esperaba, pero no así de Draghi ni de sus compañeros, en teoría reacios a meterse con las políticas fiscales de los Estados miembros. Pero la pregunta parece que más bien es quién y cómo puede defender unos presupuestos basados en la ilusión de un niño. Claro que los PGE son susceptibles de incumplirse, ¿no?
De lo de la reunión del brexit y la falta de entendimiento por eso de que se han encontrado con un año más para negociar, mejor ni hablamos.
Pero sí del mundo emergente, más calmado que en verano, pero siempre en la picota. Quitando que el escabroso caso Khashoggi ya afecta a una cumbre inversora saudí a la que ningún secretario norteamericano puede ir por cuestiones obvias, los inversores han desayunado hoy una serie de indicadores chinos poco digeribles. El PIB crece un 6,5%, una décima menos de lo que se esperaba, por debajo como la producción industrial pero no como las ventas minoristas, un campo (el del consumo) aún con mucho recorrido. ¿Y cuánto de esto es culpa de la guerra de tarifas?
Buen fin de semana.