Donald Trump ya tiene su “deseada” guerra, aunque no implicará la actuación del ejército puesto que será comercial.
En contra de su propio partido político, la Reserva Federal, los principales empresarios y a pesar del enfado de sus socios estratégicos, el presidente de EE.UU. firmaba ayer aranceles para la importación de acero y aluminio, que serán del 25% y del 10%, respectivamente. Como no podía ser de otra manera, el populismo rodeó todo el acto. La única buena noticia: por ahora, México y Canadá se salvan de las medidas.
También ayer saltaba otra noticia bomba. El dictador norcoreano, Kim Jong-un, invitó a Donald Trump a reunirse con él para negociar el programa nuclear y el presidente estadounidense aceptó. Noticia celebrada por las bolsas asiáticas durante la madrugada, aunque ya veremos luego cuál es la intención de unos mandatarios que parecen sufrir un trastorno de bipolaridad.
En Europa, se acerca el fin de una era. Eso es lo que dejó entrever Mario Draghi, con un pequeño cambio en el discurso tras la reunión de la entidad monetaria, gracias al buen comportamiento de la economía europea. Todo indica que las compras de activos (QE) tienen los días contados, los que quedan hasta septiembre y siempre que nada se tuerza. Compras que sí que se mantendrán en Japón sine die.
Durante la jornada, los inversores estarán atentos a las reacciones tras las medidas de Trump. Por ahora, Turquía podría dejar de comprar algodón americano, China tecnología, Brasil y Corea del Sur buscarán una excepción y ¿Europa?
Hoy se conocerán los datos de empleo americanos que no deberían deparar grandes sorpresas, algo parecido a lo ya ocurrido con la balanza comercial alemana.
Buen fin de semana.