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25/05/2016 AUTOR: Gonzalo Ramírez Celaya Análisis & Inversiones

Las consecuencias de la deuda española

Las consecuencias de la deuda española

El pasado jueves, el Banco de España publicó la deuda del conjunto de las administraciones, que alcanzó en marzo el 101,03% del PIB, tras crecer 14.031 millones. En otras palabras, España debe más que lo que genera.

Es cierto que la gran recesión vivida desde la quiebra de Lehman Brothers reflejó una fuerte caída de los ingresos en las arcas nacionales, con un descenso del consumo y de la actividad empresarial, y un desempleo aumentando vertiginosamente. Y no es menos cierto que la única posibilidad que tenía el Estado para solucionar la situación era pagar el aumento de las emisiones de deuda para poder pagar el aumento del déficit que llegó en el año 2009 al 11% del PIB.

Efectivamente era necesario este crecimiento de deuda para rebajar el déficit. Pero las reformas han sido insuficientes para ir reduciendo estas divergencias entre lo que crecemos y lo que debemos. Y uno de los grandes problemas ha sido la subida de la deuda de las comunidades autónomas, que creció un 82,2% desde el 2011, con Cataluña y la Comunidad Valenciana a la cabeza.

La del Estado ha crecido un 47,3%, la Seguridad Social apenas un 0,1% y sólo se salvan los ayuntamientos que han descendido un 4,6%.

Nuestro objetivo, por tanto, es reducir los niveles de deuda para seguir creciendo, sin olvidar que esta situación no es exclusiva en España, ya que otros como Chipre, Portugal, Italia, Grecia y Bélgica están por encima del 110% de su PIB.

¿Y por qué es necesario que esta rebaja de deuda se haga lo antes posible? Porque es lo adecuado. Porque un Estado, una empresa o una familia no pueden sobrevivir cuando sus ingresos son inferiores a sus gastos. Pero sobre todo por otras dos cuestiones de máxima prioridad: Por la deuda soberana que mantienen nuestras entidades en sus balances, y por la proximidad del final del QE por parte del BCE.

Cuando el Estado necesita fondos emite deuda tanto a largo (bonos y obligaciones) como a corto plazo (letras del Tesoro). Actualmente la mayor parte de la deuda está en manos de los inversores extranjeros, llegando al 55%. Es decir, que aparte de tener una deuda muy alta, el 55% de los cupones que paga el Estado caen en manos de extranjeros, lo que resta esta cantidad a la inversión y ahorro nacional.

En España, los más activos son las entidades de crédito y aseguradoras con un porcentaje por encima del 28%. No olvidemos que este papel en los balances bancarios es muy beneficioso, ya no solo por el «rating» que tiene la deuda soberana, sino porque no consume capital.

Sin embargo se están elevando diversas voces con el principal argumento de que este tratamiento genera contagio del riesgo soberano al riesgo bancario; es decir, si le pasa algo a los Estados, los bancos sufren al tener en sus balances un porcentaje muy alto de esta deuda. La banca española mantiene en sus balances 141.000 millones de euros en bonos españoles, por lo que tendrían que comenzar a realizar provisiones. Es más, el Consejo de Estabilidad Financiera considera prioritario poner fin a esta situación, asegurando que las pérdidas las asumirán los acreedores en lugar de los contribuyentes. Y cuando hablamos de acreedores, hablamos a partir de los depositantes.

Por tanto, la mayor necesidad que tiene nuestra economía es que el BCE nos deje seguir financiándonos a tipos próximos a 0% y que siga comprando nuestra deuda sin pestañear. Porque si no fuera así, nos deberíamos preguntar cuál es el tipo de financiación que debería tener España, con una deuda del 101,03% del PIB, con un déficit por encima del 5% y con un paro por encima del 21%. Les aseguro que un 1,53% a 10 años, como lo vemos hoy, no es real. Se deben eliminar los desequilibrios entre ingresos y gastos y no utilizar las ayudas de financiación preferente del BCE para aumentar el déficit sin acometer las reformas que nos exige Bruselas.

Y aunque la banca española ha reducido de forma notable su exposición a la deuda española, debe ser muy cuidadosa y cubrir mucho su balance antes de que el BCE empiece a cerrar el grifo. Un mercado donde hay muchos oferentes de deuda y solo un demandante (BCE) refleja un mercado de deuda intervenido.

Pero todo esto tiene remedio si se empiezan a hacer las reformas necesarias a sabiendas de que el Gobierno que las deba hacer perderá votantes. Porque los datos no son malos: Los indicadores de empleo se han mantenido en este trimestre en tono positivo, con un avance interanual de los afiliados a la Seguridad Social en marzo del 2,8%, la cifra de créditos morosos ha caído un 2%, el déficit comercial descendió en marzo un 10,6% anual, exportaciones creciendo un 0,2% y el déficit comercial es un 10,5% más bajo que hace un año.

Aun con esta deuda tan alta, las soluciones son claras. El problema es que estamos en manos de políticos que no están dispuestos a perder electores por el bien común.

Gonzalo Ramírez Celaya
Director de Renta Fija y Estructurados – Retail

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