La tecnología no entiende de coronavirus. Si el Nasdaq era el único de los principales índices mundiales que cerraba enero en verde, ayer, con el nuevo impulso que vivieron las bolsas tras la caída del viernes, volvía a marcar máximos históricos.
Nos cansaremos de repetir que las valoraciones de la tecnología son muy altas, que son difícilmente justificables y demás retahílas de argumentos. Pero lo cierto es que lo llevamos diciendo más de un año y, aquel inversor que hubiese decidido guiarse por ellas y eliminar al sector tecnológico de su cartera habría perdido el 40% de rentabilidad generada desde principios de 2019.
En la consecución de este nuevo tope tiene algo que ver Tesla, acción controvertida donde las haya. Es como el Renault Megane de hace unos años: o te encantaba o te horrorizaba. Sin puntos medios. La compañía de Elon Musk vale un 112% más que el 31 de diciembre, con una capitalización en torno a los 86.000 millones de dólares y por encima de General Motors o Ford, las grandes automovilísticas americanas. Guiada por la expectativa de que este año pueda vender alrededor de 500.000 coches (frente a las aproximadamente 367.000 unidades de 2019), ya hay quien especula con su inclusión en el S&P 500. El bueno de Elon seguro que se sentiría identificado con esa frase del sombrerero loco de Alicia en el país de las maravillas: «estás loco, pero te contaré un secreto, las mejores personas lo están», y ahora se estará riendo de todos los que le tacharon de hyperloop de su casa.
Ayer, en el episodio de “Hospital Central” nos decían que ya son casi 500 personas las fallecidas por coronavirus, con cerca de 25.000 infectados. De estos, 10 se han identificado a bordo de un crucero japonés, el Diamond Princess. Si las empresas relacionadas con el turismo y el ocio ya estaban sufriendo esta epidemia, esto es una nueva estocada cerca del corazón. Mientras China sigue paralizada, con las vacaciones del año nuevo lunar extendidas, el Gobierno se afana en que el impacto en la economía sea el menor posible a través de nuevas inyecciones de liquidez. Difícil tarea cuando muchas fábricas y centros industriales llevan semanas cerrados, igual que los comercios, y un número muy relevante de provincias están completamente selladas.
Y por último, el petróleo. En la OPEP estarán pensando: “éramos pocos y parió la abuela”. A los problemas de reducción de la demanda, problemas de producción en algunos países miembros del cártel y nuevos competidores, como el fracking americano, se le suma ahora que China está paralizada. Pero no solo eso, sino que la primera fase del acuerdo comercial con Estados Unidos podría contemplar la compra de crudo a este país, provocando una auténtica revolución en la cadena de clientes y proveedores. Por lo pronto, ya están reunidos en Viena para valorar posibles intervenciones, pero ya pierden 12 dólares por cada barril que venden frente a lo que ingresaban hace escasos 36 días.
Buen miércoles.